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El rescate y el cuento de la buena pipa

Francisco Moreno Doncel remacha la incongruencia de haber pedido un rescate tan fabuloso sin saber qué interés hay que pagar por él. Añado que no sabemos tampoco cuánto tiempo tenemos para amortizarlo.

Juan Luis Valderrábano se pronuncia sobre el famoso rescate, ese que van a tener que pagar nuestros nietos. Su opinión de matemático es muy clara. Se trata de una decisión "inmoral", puesto que se hace garante al Estado (es decir, todos nosotros) de un crédito que beneficia a unas Cajas arruinadas. Lo grave es que todo eso se plantea sin exigir responsabilidades a las dichosas Cajas. Me parece un razonamiento impecable. Añado que lo peor del rescate es que se dice que lo es "sin condiciones" para el país. Ojalá se nos impusieran algunas condiciones, como acabar con las subvenciones a los sindicatos, las patronales y los partidos políticos. No es una utopía: la Comunidad de Madrid ha incluido esa provisión en la nueva Ley de Presupuestos sin que nadie rechiste.

José María Navia-Osorio (bienvenido al club) es todavía más cáustico. Sostiene que el rescate es un verdadero timo como el del "tocomocho". El timador del décimo premiado es Rajoy. El "gancho" es De Guindos. La Unión Europea hace el papel del policía moralizante. Se supone que el timado es el pueblo español, que se cree tan listo. El de Oviedo añade un personaje más a esa escena. Es el de "la virgen ofendida" que corresponde a Rato. Es cuando se queja de que le obligaron a fusionarse con unas Cajas tronadas, además de la ruinosa salida a Bolsa. El "gancho" es la figura clave, la que se luce con una palabrería convincente. Cita don José María esta frase atribuible a De Gindos: "En el ámbito de la situación de stress hemos evitado el riesgo soberano con algunas condicionalidades cuyos detalles omito para no aburrirles con tecnicismos". Puede que la crítica del asturiano resulte muy sarcástica, pero la situación real no es para menos. Por ejemplo, parece sobremanera ingenuo que los alemanes nos vayan a prestar cien mil millones de euros sin ponernos condiciones o "condicionalidades", según la jerga de los eurócratas. No deja de ser llamativo que se preste dinero a empresas quebradas, cuyos directivos se han llevado unas pingües indemnizaciones y pensiones.

Francisco Moreno Doncel remacha la incongruencia de haber pedido un rescate tan fabuloso sin saber qué interés hay que pagar por él. Añado que no sabemos tampoco cuánto tiempo tenemos para amortizarlo. Al final, el interés de la "hipoteca" (así la llama don Francisco) lo van a fijar unas empresas auditoras extranjeras. La operación no puede ser más extravagante. Sobre todo porque se empieza a hablar de "un segundo rescate". Ahí ya me pierdo. Es como el cuento de la buena pipa, que si quieren se lo cuento.

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