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José María Albert de Paco

Los recortes alcanzan a CiU

Su dramática caída debería llevar al PSC a refundarse.

Son las 23:03 y Artur Mas aún no ha presentado la dimisión, que es a lo que le obliga el fracaso en las elecciones al Parlamento autonómico. Con 50 escaños, CiU se sitúa a siete de los peores resultados de su historia, aquellos 43 con que Jordi Pujol alcanzó la presidencia en 1980. Desautorizado en las urnas el aventurerismo de la coalición gobernante, la suma de los partidos independentistas (incluyendo, por supuesto, a ICV) rebasa por tan sólo un escaño los 86 que estas formaciones obtuvieron en las elecciones de 2010, lo que da una idea de la profunda inutilidad de la convocatoria y, dicho sea de paso, de la profunda inutilidad del pueblo como termómetro social; sobre todo si, como es el caso de Cataluña, ese pueblo no es más que una maraña de subvenciones.

El ridículo ha sido tan estrepitoso que incluso podría reeditarse un tercer tripartito, si bien el frentismo nacionalista por que aboga la ERC de Junqueras deshace la posibilidad. La jornada histórica, en fin, va a serlo en el sentido que menos auguraban sus hacedores. Qué decir de las encuestas que se han venido sucediendo desde la manifestación del 11 de septiembre: ninguna le daba a CiU menos de 58 diputados, lo que invita a pensar, indefectiblemente, en que la ópera bufa en que se ha convertido eso que llaman espai catalá de comunicació también ha alcanzado la demoscopia.

Entre los partidos de obediencia española, la dramática caída del PSC, con una pérdida de más 70.000 votos respecto a las pasadas elecciones, debiera llevar a este partido a refundarse, es decir, a dotarse de un proyecto español. Sobre todo, por una razón: con estos resultados, el PSOE no puede aspirar a formar Gobierno en Madrid. Por su parte, el PP rompe su techo electoral en Cataluña, tanto en número de votos como en número de escaños, lo que, teniendo en cuenta el contexto de recortes en que se han celebrado estas elecciones, supone un logro por partida doble. El único lunar en el expediente de Alicia Sánchez-Camacho es que no parece haber rebañado un porcentaje significativo de votos a CiU, que es a lo que apuntaba su discurso.

Para logro, no obstante, el de C's. Y, en su caso, por partida triple. Los 268.000 votos que ha logrado el partido de Albert Rivera son, como diría Pep Guardiola, una puta barbaridad. Y algo menos prosaico, sin duda: la retórica morigerada respecto a España, esa aceitosa rialleta que ha impregnado la política catalana durante los últimos treinta años, era mentira. 

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