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José María Albert de Paco

Perdón por las disculpas

Pido perdón por carecer de un proyecto político nacional, susceptible de vertebrar la convivencia entre el conjunto de los ciudadanos de España.

Pido perdón por carecer de un proyecto político nacional, susceptible de vertebrar la convivencia entre el conjunto de los ciudadanos de España.

Pido perdón por haber dado alas al nacionalismo promoviendo un debate, el de la reforma del Estatuto de Cataluña, que no obedecía a ninguna demanda social. Pido perdón por haber asegurado, en plena campaña electoral, que el Gobierno del PSOE apoyaría lo que aprobaran los catalanes, sirviendo a CiU en bandeja el argumentario con que justificar su deriva independentista. Pido perdón por que un dirigente socialista se pusiera al frente de la manifestación de protesta contra la sentencia del Tribunal Constitucional. Pido perdón por haber equiparado nacionalismo y progresismo. Pido perdón por decir una cosa en Valencia, otra en Madrid y una tercera en Cataluña. Pido perdón, en suma, por carecer de un proyecto político nacional, susceptible de vertebrar la convivencia entre el conjunto de los ciudadanos de España.

Pido perdón por haber fiado el gobierno del país a criterios tan siniestros como el de la juventud. Pido perdón por los jóvenes y las jóvenas, las alineaciones planetarias, las pertenencias del viento, los accidentes terroristas y las Españas discutibles. Pido perdón por utilizar la memoria histórica como elemento de confrontación entre iguales, ahondando así en la falacia de que en el bando republicano combatieron los buenos y en el bando franquista los malos, y devolviendo a la actualidad un asunto, el del guerracivilismo, que sólo ha servido para quebrar el consenso de la Transición.

Pido perdón por no haber pinchado la burbuja inmobiliaria. Pido perdón por negar la crisis, primero, y relativizar su tamaño, después. Pido perdón por haber aplicado remedios de chirigota, como ese inane Plan E que, en pleno descalabro, devoró 50.000 millones de euros. Pido perdón por haber entregado a la derecha un vector moral, el de la austeridad, que siempre fue de izquierdas. Pido perdón por llamar a la huelga general contra los recortes del PP cuando, de hecho, fue el Gobierno socialista el que empezó a ponerlos en práctica, evidenciando así la inexistencia de una salida de izquierdas a la crisis.

Y pido perdón, en fin, por el perdón pedido.

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