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Ketty Garat

Rubalcaba, ¿habemus Papam?

Parece que Chacón es la única con influencia en el líder del PSOE

Querido Pablo:

Yo aquí desde Ferraz ando preguntándome cuál será la próxima dimisión socialista que pedirán los socialistas. Esto está tan animado que las polémicas duran apenas 24 horas. ¡¿Qué digo 24?! ¡Ni 12! Parece que fue hace un año (y fue el lunes) cuando los leoneses pedían la cabeza de quien fuera su cabeza de lista leonés, el número tres Óscar López. Por supuesto, se sumaron los díscolos tapados y destapados, Griñán y Tomás Gómez. El primero, el presidente del partido no dudó en exigir las explicaciones y responsabilidades pertinentes en una Ferraz en descrédito por haber conseguido el apoyo de un acosador sexual a su moción de Ponferrada nada más y nada menos que en el Día de la mujer.

Así llegamos a Ferraz entre risas y sorpresa los cronistas del PSOE que ya no damos crédito a lo que está pasando en esto que llaman partido y que más bien está roto. "¿Tu crees que va a dimitir?", me preguntaban. Me eché a reír. "¿Estás de coña? Pues claro que no", respondí incrédula. "Algo tiene que decir...", replicaba mi compañera. Y así fue, algo dijo. Que había puesto su cargo "a disposición del partido", que estos le habían "ratificado en el cargo" y que eso era "suficiente para seguir". Y allá que nos fuimos después de una rueda de prensa en la que quedó claro que la moneda de cambio de la permanencia de López era defender públicamente que Rubalcaba no tenía ni idea de lo que iba a ocurrir en Ponferrada a pesar de haberlo ratificado vía e-mail.

Imposible mantener el desconocimiento de Rubalcaba a unos periodistas que a las 20:00 horas del pasado viernes recibíamos –también vía mail- la rectificación de Rubalcaba a una moción de censura publicada en todos los medios en los días previos y a quien sólo le había motivado la calificación de "insoportable" de Carmen Chacón unas cuantas horas antes, a las 11:00 horas de ese mismo viernes. Parece que Chacón es la única con influencia en el líder del PSOE....

La cuestión es que mis socialistas no se ponen de acuerdo ni para pedir dimisiones y de ahí que a Óscar le durara poco su desafortunado protagonismo. No habían pasado doce horas –martes- y el fiscal anunciaba la petición del suplicatorio de José Blanco. "Ponferrada fuera, Campeón dentro", pensé. Y, de nuevo, rumores, quinielas, y peticiones de dimisión. Placaje a Soraya –la mía-; no sabe, no contesta; y convocatoria improvisada de rueda de prensa... ¡de BLANCO! "¿Tu que dices? ¿dimite?" "Claro, lo hace para despedirse" "¿Seguro?" "Si, ya tiene que irse". Conversación entre periodistas de una galaxia lejana llamada lógica. Y finalmente... NO. Éste tampoco; no se va.

Como todo es cíclico, Rubalcaba volvía a ocupar el titular. Su desconocimiento, también. Caso Ponferrada pero al revés. Blanco insisitía: "la decisión es personal, es mía". Y en Ferraz, respondían: "Claro que han hablado". ¿Y qué le ha dicho Alfredo?" Silencio. Sí hablaron. No se vieron aunque ambos estaban en Madrid. Pero Blanco no descolgó el teléfono para preguntar sino sólo para informar. El líder del PSOE no fue partícipe de la decisión y su enfado no sería menor cuando decidió no acudir al pleno del Congreso a votar, como ya hiciera tras las elecciones gallegas y vascas. Fue su equipo quien dio la consigna. "Respetamos y entendemos". Pregunta: "¿Pero compartís?". Otra vez, silencio.

Al día siguiente, jornada crucial, los intentos fueron constantes. Pero Rubalcaba repelía el micrófono como los polos opuestos. "Joé, con el del plasma de Rajoy...", se quejaban los informadores del escondite/despacho de Rubalcaba encerrado en la primera planta. No sé si miraría a izquierda y derecha al salir pero al llegar a las escaleras, descubrió que el camino no estaba despejado. Dio media vuelta pero era demasiado tarde. Las cámaras le grababan y los periodistas le gritaban: "¿se puede pedir la dimisión y no de Blanco?". Alfredo se estaba yendo, pero la pregunta le indignó. "¿Cómo? ¿Qué me has preguntado?".

Lo que siguió después, se relataba con chanzas entre la prensa. "¡Habemus Papam!", reían los testigos en primera persona. "Ya tenemos sucesor de Benedicto XVI. Ha bajado con los brazos en alto cual Pontífice por las escaleras y ha dicho ‘pediremos las dimisiones que consideremos oportunas’". El plano contrapicado, la imagen autoritaria, el enfado y el intento de escapada fueron determinantes para que el equipo de comunicación de Ferraz hiciera lo imposible para impedir su difusión en los informativos de televisión. "Si queréis, lo sacamos otra vez". Ya era tarde. Se editaban los vídeos, se colgaban en las webs y se retrataban en las crónicas la imagen de un líder sin fuerzas ni autoridad para capear un partido "hecho unos zorros", cuyos principales enemigos están dentro, cuyos errores insalvables provienen de la dirección, cuyos ex líderes actúan por libre, y en donde saber cuándo ‘habremus Papam’ sólo depende ya de la Divina Providencia.

Un beso,

Ketty

 

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