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José Luis González Quirós

La esperanza sin rostro

Los Debates sobre el Estado de la Nación son una imitación de un modelo que funciona en otras partes pero que aquí sigue renqueando porque la democracia flaquea.

Los Debates sobre el Estado de la Nación son una especie de imitación española de un modelo que funciona en otras partes, pero que aquí sigue renqueando, porque la democracia misma flaquea. No sé si nos acabaremos acostumbrando a que una parte muy importante de los españoles consideren que los políticos sean más un problema que una solución, pero es seguro que a base de debates como el de hoy esa opinión puede terminar por hacerse inconmovible.

Rajoy se esforzó con el lenguaje, pero tropezó con una metáfora excesiva: "No descansaré hasta que el peor rostro de la crisis, que es el paro, no comience a disminuir". Esa imagen se convirtió en un acto fallido, porque el paro no es el rostro de nada, es la cosa en sí, la crisis misma. Es característico de cierta manera de hacer política que se considere el paro como una especie de apariencia, algo que seguramente no se le ocurriría nunca a un parado, ni tampoco a un amenazado de serlo. Frente a este descoloque metafórico, es lógico que la esperanza que pretende vender el presidente se quede desdibujada, como sin rostro, porque no resulta creíble. Se trata, sin embargo, de algo más que un despiste retórico, es toda una manera de pensar que llama la atención en alguien que no sabe economía pero que ha decidido que la macroeconomía debe ser el rostro de la esperanza, seguramente porque le han dicho que eso va bien.

Cuando se olvida uno de lo que es realmente la crisis no hay nada más fácil que olvidarse de sus causas, y mira que las tiene a mano, pero parece que en materia de crisis los dos grandes partidos y la gente corriente hablamos idiomas muy, pero que muy distintos. Véase, si no, el caso de Rubalcaba, que, fiel a su propio fantasma, continúa creyendo en su peculiar resurrección. Al menos es una actitud coherente en un hombre que cree en los milagros y no cesa de invocarlos. Me limito a señalar dos de los muchos que anunció para regocijo de sus huestes y pasmo general: "Sería muy bueno que hubiera un Plan Marshall para los países del sur", no es poca cosa, una nueva versión del "Que inventen ellos". Hay que reconocer que si tal portento se produjera, el segundo prodigio sería casi una nonada: "Los españoles se recuperarán cuando les quiten los recortes y les devuelvan los derechos". No se cómo hay quien piensa que este Rubalcaba no es un bendito.

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