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Pedro Fernández Barbadillo

Suárez tumbó a González con la derecha

El líder de UCD estaba convencido de que la mayoría de los españoles eran de izquierdas.

El líder de UCD estaba convencido de que la mayoría de los españoles eran de izquierdas.

Uno de los defectos de Adolfo Suárez era su incultura, que abarcaba la historia de España, el derecho constitucional y las ideas políticas. Sobre estas últimas, Suárez fue dando bandazos en función de las encuestas, de sus intereses y de la moda.

Así, primero vistió uniforme del Movimiento Nacional, con el yugo y las flechas falangistas. Su ortodoxia era tal que en mayo de 1976, siendo ya ministro-secretario general del partido único, derrotó al yerno del general Franco, el marqués de Villaverde, en la pugna por un puesto de consejero permanente en el Consejo Nacional del Movimiento. Alfonso Osorio cuenta en sus memorias que en el espacio de unos pocos meses, una vez que Suárez se había quitado la camisa azul, primero se le definió como democristiano y más tarde como socialdemócrata.

Otras etapas posteriores en el peregrinaje ideológico de Suárez fueron en 1988 la introducción de su partido CDS en la Internacional Liberal, lo que causó que su amiga Carmen Díez de Rivera, entonces eurodiputada, abandonase sus siglas y se pasase al grupo parlamentario del PSOE. Al año siguiente el CDS pactó con el Partido Popular varias mociones de censura, la principal de ellas en el Ayuntamiento de Madrid.

A la vista de los resultados de las elecciones de junio de 1977, que habían dado un susto al Gobierno, pues al principio del recuento parecía que el PSOE quedaba vencedor, Suárez, según recoge Osorio, estaba convencido de que la mayoría de los españoles eran de izquierdas.

Adolfo Suárez me comentó que, a su juicio, las elecciones habían demostrado que España se inclinaba hacia posiciones de izquierdas y que, por lo tanto, era preciso gobernar en centro-izquierda.

Así lo hizo en los años siguientes. El resultado de su política fue la caída de las expectativas de voto de UCD, que había robado parte del programa del PSOE y además había contribuido a asentar al sindicato UGT frente a la procomunista Comisiones Obreras.

El PSOE, partido "marxista" y "abortista"

En vísperas de las elecciones generales del 1 de marzo de 1979, una encuesta publicada por El País daba más votos al PSOE que a UCD, aunque ésta tendría más escaños. Las horquillas eran: UCD, 153-167 diputados y PSOE, 142-122. En las elecciones de 1977 UCD había obtenido 165 diputados con un 34,4% de los votos y el PSOE 118 con un 29,3; a los diputados de este último se unieron luego los seis del Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván.

La reacción de Suárez consistió en hacerse de derechas. En su última intervención en TVE, el martes 27 de febrero, atacó al PSOE desgranando su programa marxista y sus planes de modificación de la sociedad mediante la legalización del aborto, la autogestión y la erradicación de la religión en las escuelas. Éstas fueron algunas de sus palabras:

Los españoles nos jugamos pasado mañana, además de la solución de los problemas concretos, la propia definición del modelo de sociedad en el que aspiramos a vivir. Es perfectamente respetable en una democracia la existencia de partidos que defiendan las posiciones marxistas, pero no es correcto que traten de ocultarlas durante la campaña electoral.

De que el desarrollo de la Constitución y la consolidación de la democracia se haga desde la perspectiva del humanismo cristiano que inspira a UCD o se acometa desde el materialismo de los partidos marxistas depende que España sea un país occidental o que emprenda el camino hacia una sociedad colectivista.

Difícilmente podemos creer en la moderación centrista de que hace gala el PSOE. El programa del XXVII Congreso del PSOE defiende el aborto libre y, además, subvencionado por el contribuyente, la desaparición de la enseñanza religiosa, y propugna un camino que nos conduce hacia una economía colectivista y autogestionaria.

En otras manifestaciones han planteado la disolución de lo que denominan "cuerpos represivos del Estado" y exigiendo responsabilidades o aconsejando públicamente la negociación con la ETA.

A los dos días, UCD ganó las elecciones con casi 6,3 millones de votos y 168 escaños, mientras que el PSOE se quedó en 5,4 millones y 121 diputados. Todos los políticos y sociólogos de la época consideran que el discurso de Suárez dio la victoria a UCD.

En cambio, Manuel Fraga, que se había pasado al centrismo, diluyendo Alianza Popular en Coalición Democrática, bajó de 16 diputados a sólo nueve y de 1,5 millones de votos a menos de 1,1.

Según recoge José Meliá (Así cayó Adolfo Suárez),

el canciller Helmut Schmidt le confesó a Adolfo Suárez que, según un estudio científico elaborado por los técnicos de su partido –el SPD–, la última intervención de Suárez en televisión había movilizado casi un millón de votos indecisos.

En el PSOE estaban seguros de ser los ganadores, por lo que se tomaron fatal su derrota inesperada. Felipe González se negó a felicitar a Suárez por la "deshonestidad de su victoria" y la achacó a la pervivencia de estructuras caciquiles.

Este país es progresista; lo que pasa es que son muchos siglos de dominación de la derecha y de estructura caciquil. Parece como si el electorado indeciso hubiera tenido miedo a dar un paso hacia el cambio y hay que reconocer que mucha gente prefiere seguir viviendo en la chapuza.

A por la cabellera de Suárez

Los socialistas comprendieron que su derrota se había debido a dos factores: la sociedad española les percibía como un partido poco fiable y con veleidades revolucionarias y la presencia de Suárez al frente de la UCD. En consecuencia, sus planes fueron moderarse (de ahí la renuncia al marxismo en el congreso de 1979) y la cacería de Suárez.

Meliá levanta acta de que los propios socialistas alemanes aconsejaron a sus correligionarios españoles, a quienes llevaban asesorando y formando desde hacía más de cinco años, que fueran a por la cabellera de Suárez:

Los técnicos alemanes, en consecuencia, aconsejaron a sus compañeros socialistas españoles que cambiaran de táctica. Se pasó del ataque sistemático a UCD a la descalificación sin contemplaciones del principal activo con que contaba la UCD y a lo que, en definitiva, constituía su síntesis y su única garantía de unidad.

Es decir, Adolfo Suárez.

El ambiente entre los dirigentes del PSOE era favorable a esta cacería. Sirva este ejemplo que describe Abel Hernández (Suárez y el Rey):

Aquella misma noche [la del resultado de las elecciones], según me contó Luis Gómez Llorente, presente en la reunión, se juramentaron todos delante del televisior encendido para acabar con él [Suárez] sin darle un respiro. Felipe González ni siquiera le llamó por teléfono para felicitarle.

Un juramento para eliminar a Suárez del poder. ¿Hablamos de militares franquistas o de socialistas democráticos?

Aquí empezó la crispación, inventada por el PSOE, parte de la cual fueron las infamias vertidas por Felipe González y Alfonso Guerra contra Suárez.

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