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Pablo Molina

Elena nos confunde y Cañete nos tutea

En contra de lo que podía suponerse, los socialistas son respetuosos con el votante, al que tratan de usted; todo lo contrario que el PP.

En contra de lo que podía suponerse, los socialistas son respetuosos con el votante, al que tratan de usted; todo lo contrario que el PP.

Elena Valenciano y Miguel Arias Cañete nos han pedido el voto a través de sendos escritos de retórica fascinante que revelan, con seguridad, más de lo que suponen los asesores de campaña contratados para la ocasión. Cada partido tiene su estilo particular de relacionarse con los votantes ya desde el saludo inicial, como puede comprobar cualquiera que lea las dos epístolas con un poco de atención. Los socialistas nos quieren sin distinción de género ("Querido amigo, querida amiga"), mientras que los populares simplemente nos estiman y tampoco demasiado, a tenor de la racanería de la fórmula utilizada para abrir fuego ("Estimado/a amigo/a"). Pero las diferencias entre los textos que Cañete y Valenciano han enviado a los españoles de bien (e incluso de mal, siempre que estén en edad democrática de merecer) van bastante más allá.

En contra de lo que podía suponerse, los socialistas son respetuosos con el votante, al que tratan de usted, mientras que el PP ha decidido tutear al posible elector como si los dirigentes de la calle Génova lo conocieran de toda la vida. Además de ese aspecto meramente formal (aunque significativo), la carta de Elena Valenciano está en términos generales correctamente escrita, mientras que la de Cañete deja bastante que desear por su distribución anárquica de las comas, el uso incorrecto de los infinitivos o ciertas confusiones, como escribir incidencia cuando se quiere decir importancia.

El mensaje de la candidata del PSOE es el clásico del zapaterismo, con el resentimiento añadido de los socialistas cada vez que el pueblo español les indica el camino a la puerta con una patada simbólica en la región infralumbar. Dice Valenciano, así, en abstracto, que "millones de trabajadores han perdido su empleo y muchas familias de clase media se han empobrecido", como si la gestión de su partido al frente del Gobierno no hubiera tenido nada que ver en esos dos hechos fortuitos. Para solucionar esta eventualidad, Valenciano necesita nuestra ayuda a fin de acabar con los que "han puesto Europa en manos de los poderes financieros". Pero con tranquilidad y tal, porque Elena, pacifista como Jesucristo, el Che y Felipe González Márquez, no quiere violencias sino simplemente "recuperar la Europa con rostro humano (¡?) a la que siempre hemos deseado pertenecer". En efusiones continentales supera de largo al candidato Cañete, que se queda simplemente en un lacónico "el europeísmo es seña de identidad".

Valenciano es confusa y Cañete descuidado, pero los dos candidatos coinciden en que no hay que votar a los minoritarios, esos partiditos traidores obcecados con trincarles alguna poltrona a la menor oportunidad. La diferencia es que la candidata socialista nos cuenta sus cositas en solitario, mientras el texto del popular viene en el dorso de un escrito de Rajoy en el que no se menciona al candidato Cañete ni una sola vez. Otra cura de humildad de Arriola para que los candidatos populares no caigan en el error de exhibir demasiada superioridad.

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