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Las traiciones del Gobierno llegan a la política exterior

El viaje de García Margallo a Cuba es una decepción para la oposición democrática cubana y una prueba más de la capacidad de traición de este PP.

El programa del viaje oficial del ministro García Margallo a Cuba pone de manifiesto que el giro radical que Rajoy ha imprimido al Partido Popular ha alcanzado de lleno a su política exterior. Si Aznar edificó una estrategia respecto a la dictadura cubana basada en la defensa de la libertad y el apoyo de los movimientos opositores que exigen reformas democráticas, la primera acción diplomática de relieve del Gobierno de Rajoy ha ido exactamente en la dirección opuesta: defensa de la dictadura y desprecio de los que sufren su opresión.

Durante la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero fueron constantes las críticas de Rajoy a la deriva tercermundista de la política exterior española, entonces liderada por Miguel Ángel Moratinos. Los esfuerzos del Ejecutivo socialista para que la Unión Europea modificara la Posición Común en beneficio de la tiranía castrista fueron criticados con firmeza por el Partido Popular porque entendía que cualquier concesión diplomática a la dictadura tenía que ir precedida de reformas democráticas verificables. La firmeza de las autoridades europeas y la negativa de las principales cancillerías dieron al traste con las pretensiones de Zapatero y Moratinos. Pues bien, ahora García Margallo las ha recuperado en su integridad, en un giro radical que causaría una sorpresa mayúscula si no fuera porque es sólo la última de las traiciones del PP a su ideario.

García Margallo asegura, con total tranquilidad, que "la situación de Cuba ha cambiado" y que "es obvio que hay que cambiar las relaciones" con La Habana. No concreta qué es lo que ha cambiado en Cuba ni qué aspectos de las relaciones con la tiranía castrista es necesario modificar, pero sus palabras revelan de forma muy clara la voluntad del Gobierno de colaborar con el régimen comunista dejando al margen a la oposición democrática.

Los cambios positivos en la política cubana es algo que sólo nuestro ministro de Exteriores ha sido capaz de ver. De hecho, al margen de una relajación testimonial en las trabas del partido comunista a los emprendedores para mitigar el colapso de la economía, todo sigue funcionando igual en la Isla Cárcel y los niveles de miseria y opresión siguen siendo los de siempre. Ya ni siquiera es posible apelar al recambio en la presidencia de los órganos de la dictadura como un motivo de esperanza , pues Raúl Castro lleva ya seis años al frente de la tiranía, tiempo más que suficiente para haber introducido alguna reforma real si esa hubiera sido alguna vez su intención.

Ajeno a estos razonamientos elementales y dispuesto a dejar su impronta en las relaciones exteriores del Reino, García Margallo ha decidido que su viaje a Cuba sea una decepción para los defensores de la libertad y la democracia en la Isla y un motivo añadido para que los que confiaron en el PP y en Rajoy a este lado del Atlántico vean hasta qué extremos llega su capacidad de traición.

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