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Javier Gómez de Liaño

A los 15 años y pico

En la libertad no caben los espejismos, ni los señuelos, y no hay mayor siervo que quien se tiene por libre sin serlo.

En la libertad no caben los espejismos, ni los señuelos, y no hay mayor siervo que quien se tiene por libre sin serlo.

Han pasado 15 años y pico desde que un buen día Federico Jiménez Losantos decidió emprender la aventura de fundar LIBERTAD DIGITAL. Lo hizo con el lema de defender la verdad en libertad. O sea, con el espíritu del que Max Weber habla en su obra El político y el científico cuando afirma que en el trabajo periodístico la diafanidad ha de ir acompañada de una información correctamente establecida, entendida como aquella que propende a la verdad. Y todo sin ataduras.

Hoy, tras cinco trienios de vida, Federico Jiménez Losantos habla de Libertad Digital con orgullo, pero no individual sino colectivo. Libertad Digital, y lo dijo su fundador en el discurso del 15 aniversario, roza el área del milagro, aunque también es cierto que el prodigio es fruto del cotidiano desvelo, de la arriesgada audacia y del terco empeño de su gente. Me consta que quienes hacen Libertad Digital se sienten orgullosos de cumplir la misión de servir con la palabra a aquello que más tranquiliza la conciencia: la verdad y la libertad, que para algunos son conceptos identificables.

Siempre me pareció que el periodismo consiste en contar lo que sucede y hacerlo para servir a los demás, lo cual significa que el periodista no puede ponerse al servicio de la nada como sinónimo de estar al servicio del poder, de la negación o del temor, que a la larga es algo que implica la negación de todo. El mesurado Alexis de Tocqueville pensaba que quien busca en la libertad algo que no fuere la libertad misma, había nacido para esclavo. En la libertad no caben los espejismos, ni los señuelos, y no hay mayor siervo que quien se tiene por libre sin serlo.

Un periódico realmente comprometido es aquél que se jura fidelidad a sí mismo y a sus lectores. La fidelidad a quienes mandan, no es más que una moneda que paga con otra moneda y no merece más respeto que el se tiene al mono de circo que actúa con reflejos condicionados. Porque no le demos vueltas: al poder para satisfacer su bulimia, le sobra la prensa independiente, como le sobra una justicia independiente, y lo que más le engorda es un periodismo, como una justicia, reducido al silencio; un periodismo, como una justicia, de compra y venta; un periodismo, como una justicia, implicado en amorales tejemanejes o chanchullos de la política y del dinero.

En fin. Si hay algo que prestigia a un medio de comunicación es el ser leal y honesto, dos adjetivos que, tristemente y a velocidad de vértigo, van perdiendo valor y sentido. Leal, en derecho, vale por legal. Honesto equivale a honrado, razonable, justo. No es cosa de glosar, al detalle, ambas nociones. Hoy sólo me interesa dejar constancia de la satisfacción que los lectores y oyentes de Libertad Digital sienten al comprobar que su lema sigue siendo el mismo con el que nació: ser leal y honesto consigo mismo y con sus destinatarios.

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