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Eduardo Goligorsky

Piedras contra nuestro tejado

La realidad es terca: Cataluña, cada día más anarquizada, es la cabeza de puente ideal para el desembarco de los enemigos.

Leí en La Vanguardia (5/4) una columna que ofrecía un retrato descarnado de la traición que determinadas fuerzas políticas cometen contra los valores de nuestra civilización: mantienen "un silencio muy sonoro" mientras los bárbaros yihadistas martirizan y masacran a multitudes de seres humanos de todas las edades, sexos, creencias religiosas e ideologías. El texto concluye con una rotunda condena a estos testigos mudos, cuando no cómplices, del exterminio que no cesa:

¿Dónde están los amantes de las pancartas y el griterío en la calle, ahora que mueren palestinos en manos islamistas, o cristianos por su fe? ¿Por qué no hay manifestaciones? Quizá porque no son víctimas de los malos clásicos, ni son homologables a las causas que les gustan. Es un escándalo de proporciones gigantescas el silencio de la progresía ante tanta matanza, como lo es el despiste cósmico que han sufrido ante el avance del islamismo. Todos estos que nos atacaban cuando denunciábamos el auge de este totalitarismo y avisábamos del riesgo, ¿dónde se esconden? Se equivocaron tanto, criminalizaron tanto y ahora callan tanto… Shame!

Las vergüenzas al desnudo

Sí, ¡vergüenza! La estigmatización de los fariseos progres no podría haber sido más justa. Sólo cabe una pequeña, o no tan pequeña, salvedad. La columna la firma Pilar Rahola. Y cabe preguntarse, y preguntarle, ¿por qué los muy activos y eficaces organizadores de las cadenas humanas, de las V (¿de Vergüenza?) callejeras, de configuraciones de banderas en los estadios de fútbol, de montajes teatrales con urnas falsas en espacios públicos, de campañas de propaganda masiva con todos los recursos oficiales… no mueven un dedo ni dicen esta boca es mía para denunciar y combatir a los verdugos? ¡Si ni siquiera conservan la dignidad necesaria para echar a patadas a los mercachifles que vendieron el espacio central de la senyera, rebajada a camiseta del Barça, para estampar allí el nombre del estado salafista y esclavista que financia a quienes planean degollar y dinamitar catalanes!

Los conciliábulos entre CiU, ERC, CUP, ANC, Òmnium y la Associació de Municipis per a la Independència sirven para que se tiren los trastos a la cabeza antes de firmar infumables hojas de ruta, pero jamás para exhibir, o al menos fingir, una muestra de solidaridad con las víctimas y de repudio a los victimarios. Tal vez porque en el contubernio medran algunos colectivos que alimentan tanto odio contra Occidente y sus instituciones democráticas como el que corroe a una parte de esa progresía de la que abomina, con razón, doña Pilar. Y que desahogan ese odio ensañándose con el resto de España y, por su intermedio, con el resto de Europa y Occidente.

Sólo una mente blindada contra los razonamientos más elementales puede resistirse a ver la semejanza que existe entre los desafueros de aquello que Rahola denigra -en este caso la progresía- y los de aquello que idolatra, en este caso la minoría confabulada para conquistar el poder absoluto en una sociedad metódicamente desquiciada. Pilar Rahola es, curiosamente, una experta en convertir sus diatribas en un bumerán. Cuando vapulea el régimen totalitario de Cristina Fernández de Kirchner, enumera ejemplos de autoritarismo y tergiversación de la realidad y de la historia que se pueden aplicar como anillo al dedo a las campañas hegemónicas y maniqueas de su admirado Artur Mas. Son tal para cual: ambos "van por todo". Y cuando arremete contra la progresía deja al desnudo, como acabamos de ver, las vergüenzas del secesionismo.

Cachorros de terroristas

El yihadismo, cuyas atrocidades no movilizan la indignación de los progres, como bien señala Pilar Rahola, llama a nuestra puerta. No pasa un día sin que la prensa informe de que las fuerzas de seguridad del Estado han capturado a cachorros de terroristas que se alistan para combatir en las filas del Estado Islámico o que regresan, fanatizados y entrenados, para colaborar en la reconquista de Al Ándalus. Y Cataluña es uno de los principales focos de reclutamiento. Existen en España 1.264 centros de culto islámico, de los cuales 98 practican la variante salafista, la que aplica más estrictamente las enseñanzas del Corán: 50 de esos centros, que no son sólo mezquitas sino también naves, pisos y hasta garajes, se encuentran en Cataluña (LV, 5/4).

El fundamentalismo que allí predican los imanes es el caldo de cultivo ideal para engendrar nuevos yihadistas. Pero cuando el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, alerta de que la política de captación de Nous Catalans, propiciada por los secesionistas para engrosar sus propias filas, favorece la infiltración de yihadistas, Pilar Rahola reacciona como una progre multiculturalista y lo acusa en tres mensajes de Twitter de ser un "enfermo". Según la panfletista, Nous Catalans, dirigido por su antiguo socio en el fracasado Partido por la Independencia, Àngel Colom, favorece la integración de los inmigrantes musulmanes. Arriesguémonos a imaginar lo que podría pensar uno de estos inmigrantes, presuntamente integrado y simpatizante del yihadismo:

Afortunadamente, los cruzados españoles son más débiles que cuando nos expulsaron. Ahora están divididos. Para cubrirme las espaldas trato de conseguir la nacionalidad española. Un funcionario influyente que vive en mi barrio promete ayudarme, pero me dice que cuando tenga el DNI deberé convertirme en catalán, aunque el documento diga que soy español. También deberé afiliarme a un centro político que dirige un amigo suyo donde hablan pestes de España. Me explica que así me integraré en Cataluña, que no tiene nada que ver con España. Rarísimo. Hoy la prensa informó de que los nuestros ejecutaron a 147 jóvenes infieles en una universidad de Kenia. El funcionario nunca habla de estos temas para no obligarme a mentir diciendo que lo lamento. Se conforma con que diga que odio a los españoles. Lo cual es cierto. Odio a los españoles, a los catalanes y a todos los infieles. Esta gente tira piedras contra su propio tejado. El imán me aconseja que les siga la corriente al funcionario y a sus camaradas mientras cumplo mis deberes de buen musulmán y hago mi contribución al Estado Islámico. No entiendo que mi documento diga una cosa y yo sea otra. Mi primo de Hannover y mi tío de Lyon dicen que allí no toleran tribus como las nuestras o las de los españoles. En Hannover eres alemán y hablas alemán, en Lyon eres francés y hablas francés, y punto. Aquí es más fácil enredar a unos y otros. Todos están peleados con todos. Incluso hablan lenguas distintas. Yo ya no entiendo la que les enseñan a mis hijos en la escuela, así que conversamos y rezamos las oraciones en amazig. Cuando esto vuelva a ser Al Ándalus el califa pondrá orden y obedeceremos la ley del Profeta. ¡Alá es grande!

Fantasías onanistas

Exacto: tiramos piedras contra nuestro propio tejado. Vista la magnitud de la amenaza yihadista, resultan tan patéticas las pantomimas conciliadoras de los adalides del multiculturalismo buenista, por un lado, como alarmantes las fanfarronadas omnipotentes de los secesionistas que creen que el mundo está al servicio de sus fantasías onanistas, por otro. A ambos los aguarda un choque traumático con la realidad. Valentí Puig, vacunado contra espejismos autodestructivos, nos pone sobre aviso ("Jugando sin papeles", El País, 20/4):

De una parte el buenismo de la izquierda -o más bien del progresismo- y por otra el ensueño nacionalista de una catalanización del Islam, relativizan las circunstancias en que puede aparecer un banderín de enganche de soldados para el ejército del nuevo Estado Islámico. (…) De forma específica, en Cataluña se ha producido una concentración de detenciones de yihadistas (…) Cataluña encabeza la franja de Levante, mientras que en Andalucía el Nuevo Califato lleva tiempo echando raíces.

Se miran el ombligo

Es indecente que los secesionistas recluten inmigrantes, cualquiera sea su grado de lealtad, para ponerlos al servicio del contubernio de españoles insumisos alzados contra la inmensa mayoría de quienes son, al fin y al cabo, aunque renieguen de ello, sus compatriotas. Pero es infinitamente más grave, y repercute fuera de nuestras fronteras, el hecho de que se obstinen en fragmentar un bastión de la Unión Europea y de la OTAN como es España, sabiendo que al proceder así debilitan las defensas de Occidente, y dentro de Occidente las de Europa, las de España y sobre todo las de su propia comunidad, despejando el terreno para la embestida de los bárbaros.

La realidad es terca: Cataluña, cada día más anarquizada, es la cabeza de puente ideal para el desembarco de los enemigos… que no son, claro está, ni nuestros compatriotas españoles ni nuestros aliados occidentales. Todo lo cual explica, asimismo, el desprecio con que gobiernos e instituciones tratan, y seguirán tratando, a los sectarios anacrónicos que se conjuran para sabotear premeditadamente, desde dentro, la cohesión y la seguridad del mundo libre. Nada puede ocultar ni remediar la inopia intelectual de los caudillos de opereta que, en medio de esta avalancha de amenazas, se miran el ombligo y creen ver reflejada en él la hoja de ruta que conduce a un nuevo país independiente y próspero, fundado sobre unas ruinas amañadas del siglo XVIII y sustentado por un palo mayor en avanzado estado de descomposición. Lo que urge evitar es que, cegados por sus apetitos de poder político y económico o por el totalitarismo identitario -que de todo hay en la viña del nacionalismo-, estos alucinados nos arrojen al pie de los caballos yihadistas.

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