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Francisco Pérez Abellán

El parricida de la radial

Será el primero en enfrentarse al producto estrella del nuevo Código Penal: la cadena perpetua revisable.

David O., natural de Moraña (Pontevedra), es un tipo tiquismiquis, atlético y malhumorado que tenía amenazada a su exmujer, a la que acabó aplicando al revés el síndrome de Medea, por no haberse plegado a sus deseos. David es la prueba viviente de la más extraña forma de machismo que se ha dado en un crimen que no tiene parangón en la historia española: un machismo con una importante parte femenina.

Por lo demás, cumple las constantes del maltratador. Al menos una vez intentó estrangular a su esposa, como consta en las diligencias del juzgado de Caldas. Violento e irritable, el altivo maltratador también agredió presuntamente a su médico de cabecera, seguramente por ser mujer. Los maltratadores machistas siempre odian a las mujeres a las que envidian y con las que compiten.

En el momento en que confesó que tenía una relación con otro hombre, un dentista de un pueblo cercano, ella le abandonó, llevándose a las niñas. Entonces él le advirtió de que iba a hacerle daño. Ahora está acusado de haber dado muerte a sus dos hijas, de cuatro y nueve años, con una sierra radial, lo más feroz desde el hombre lobo de Allariz. Parece claro que ha cumplido sus amenazas, por lo que será el primero en enfrentarse al producto estrella del nuevo Código Penal: la cadena perpetua revisable.

Pero ¿quién es este nuevo homicida? ¿Un perverso asesino de niños? ¿El Sacamantecas de Moraña? Puede decirse ya que representa el fracaso de todas las políticas de prevención de la violencia llamada "de género". Por otro lado, se ignora si alguien lo estudiará más allá del cansino peritaje judicial.

Primero compró una sierra radial, que corta en redondo, curiosamente bromeando con si le garantizaban que podría cortar dedos, incluso queriendo probarla en la ferretería, con el dependiente. David tenía que devolver las niñas a su exesposa tras quince días de vacaciones con ellas, y al parecer preparó minuciosamente el plan para darles muerte y castigar a la madre. De hecho, llamó a la mujer para anunciarle lo que pensaba hacer y después llamó también a la Guardia Civil. Algo que está entre el reto y el exhibicionismo.

La exmujer, por su parte, dio aviso a la Policía Local, pero todos llegaron tarde. El hombre estaba encerrado en el retrete y las pequeñas degolladas en uno de los cuartos. Una de ellas suplicó a gritos por su vida, pero no sirvió de nada. La de cuatro años quedó tapada sobre una cama, la mayor en el suelo. Solo se veían sus piernas.

¿Por qué lo hizo?

Según lo que se investiga, se trata de un nuevo y horrible episodio de violencia machista. David pretendía dominar no solo los actos de su mujer, también sus sentimientos. Pero ella no lo aceptó. David tiene 40 años y su exmujer 37. Los dos son de Moraña. Su relación no gustaba a la familia de ella por el carácter de él. Tenía fama de presumido y de genio fuerte, dominador. Al principio, ella se mostraba muy enamorada. Había quien no podía entenderlo y David en el vecindario nunca fue buen visto.

Se divorciaron de mutuo acuerdo y por eso nadie esperaba algo así. La mujer no acabó de creerse sus amenazas. Él trabajaba como agente inmobiliario y administrador de fincas. Ella es traductora. David se comportaba como si se creyera superior.

La noche antes de las muertes, el padre y las dos hijas estuvieron en las fiestas del pueblo. Según se cree, uno de los amigos con los que estuvieron es la actual pareja del presunto homicida. A la mañana siguiente, veinticuatro horas antes de que se cumpliera el plazo para entregar a las niñas, puso en marcha la sierra radial con el ruido de la matanza de Texas y presuntamente mató a sus hijas de una forma brutal. Anunció que iba a quitarse la vida pero como tantos otros parricidas no fue capaz de cumplir su promesa.

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