Como hemos explicado en Libertad Digital, la organización terrorista islamista liderada por el autoproclamado califa Abubaker al Bagdadi está atravesando serios problemas financieros. Los ataques aéreos de la coalición internacional liderada por EEUU, los controles cada vez más exhaustivos para evitar la llegada a Oriente Medio de yihadistas occidentales y la necesidad de combatir en numerosos frentes las ofensivas de los Ejércitos de la zona y sus aliados, ha debilitado seriamente a un grupo terrorista que nació con vocación estatal. Ahora bien, como cualquier organización terrorista que lucha por su supervivencia, el Estado Islámico es tal vez hoy más peligroso que nunca.
La prueba más reciente de que el grupo islamista conserva una considerable capacidad operativa la hemos tenido este pasado fin de semana, con la oleada de atentados perpetrada por el Estado Islámico en la capital siria y en Homs, la tercera ciudad del país. La masacre terrorista, que ha dejado casi dos centenares de víctimas mortales y un número mayor de heridos entre la población chií, ha puesto de manifiesto la voluntad de los terroristas de hacer ver a sus fieles que su tiempo aún no ha terminado y que piensan seguir siendo un actor determinante en la guerra de Siria.
Precisamente EEUU y Rusia han pactado con las partes un alto el fuego que entrará en vigor este mismo viernes, cuyo respaldo por los rebeldes y el dictador sirio está todavía por ver. En este avispero en el que se ha convertido el conflicto sirio, donde se dirime una batalla de fondo por el liderazgo de la región entre Irán y Rusia por un lado y EEUU con Arabia Saudí por otro, con el turco Erdogan buscando también su lugar en el tablero, la presencia activa de un grupo terrorista como el Estado Islámico puede convertirse en un catalizador de las hostilidades con consecuencias imprevisibles. Precisamente Bashar al Asad apuntaba este pasado fin de semana, en una entrevista concedida a un diario español, al presunto apoyo de Turquía y las naciones suníes al Estado Islámico como una de las principales amenazas que su país está dispuesto a combatir.
Pero el Estado Islámico no sólo es todavía capaz de golpear a la población civil como hecho por desgracia este pasado fin de semana en el corazón de Siria. La presencia de lobos solitarios en suelo occidental, su posesión de armamento crítico, como temen todos los servicios de Inteligencia, y la necesidad de reivindicar con atentados masivos su preponderancia entre el terrorismo islamista en los momentos más bajos de la organización, son elementos de peso suficiente para seguir considerando al Estado Islámico como la principal amenaza a escala global.

