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Pablo Molina

Soluciones Maillo para Murcia

La gestión de la crisis ha sido tan nefasta que solo la irrelevancia de la izquierda murciana puede hacer soñar a los populares con no perder el Gobierno regional.

La gestión de la crisis ha sido tan nefasta que solo la irrelevancia de la izquierda murciana puede hacer soñar a los populares con no perder el Gobierno regional.

El pasado 4 de abril, el presidente de la comunidad autónoma de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, convocó una reunión de urgencia de la junta directiva del PP regional para comunicar su dimisión. El auto del juez Velasco del día anterior, acusándolo de tres delitos en relación con la trama Púnica, había elevado la presión política y mediática contra el presidente del Ejecutivo regional hasta un límite ya imposible de soportar.

En representación de Génova acudió a esa reunión el coordinador general, Fernando Martínez Maillo, con el encargo obvio de saldar de la mejor manera posible la crisis política abierta con la dimisión de Pedro Antonio Sánchez. La elección de Maillo no fue casual. Quince días antes había estado también en Murcia con motivo del congreso del PP de la región, que aclamó a Sánchez como presidente del partido, a pesar de que para entonces ya estaba acorralado por otro asunto de presunta corrupción política –el caso Auditorio–, en el que solo su aforamiento como presidente y diputado le había evitado sentarse en el banquillo de los acusados.

Pero la situación tan delicada de este joven político y los nubarrones amenazantes que se cernían sobre su futuro judicial no fueron argumentos suficientes para que Maillo hiciera gala de una prudencia elemental. Contagiado por la euforia de unos delegados histéricos, a los que se había hecho creer –tampoco es que hubiera que insistir mucho– que todo era una conspiración de la izquierda contra un político providencial, Martínez Maillo proclamó desde el escenario del congreso "el apoyo, el afecto y el cariño del Partido Popular" a una persona "honrada e intachable".

La crisis se saldó de una manera que ponía de manifiesto, precisamente, el sentido de esas palabras de Maillo. Sánchez quedaba como presidente del partido, y al frente de la comunidad su amigo Fernando López Miras, un joven de quien lo mejor que se puede decir es que nunca ha hecho nada; tampoco malo. Las primeras palabras del nuevo presidente fueron para ponerse a disposición no de todos los murcianos, sino del jefe que acababa de dimitir, prueba evidente de que la Solución Maillo consistía en poner provisionalmente a un hombre de paja al frente del Ejecutivo regional, hasta que la Justicia exonerara de todos los cargos al verdadero titular de la plaza.

Martínez Maillo aceptó una solución que anudaba el destino de su partido en Murcia a un político seriamente cuestionado en dos asuntos judiciales. El resultado es que el cerco se estrecha y los autos se suceden con cada vez mayor contundencia. Como este último del caso Púnica, en que el magistrado confirma el procesamiento de Sánchez y asegura contar con pruebas de que el entonces consejero de Educación prestó su consentimiento a contratar los servicios de los intermediarios de la trama. El magistrado en cuestión, por cierto, es un jurista del cuarto turno propuesto por el PP, lo que debería hacer reflexionar a los dirigentes que, como Maillo, han venido insistiendo en que todo este asunto no es más que una persecución de la izquierda.

El resultado de las gestiones del hombre de Génova es que, a día de hoy, Murcia tiene un presidente regional bisoño y de circunstancias, al que nadie ha elegido, y un presidente del partido a punto de ser obligado a dejar la política en función de lo que establecen los estatutos del PP sobre temas de corrupción. Y todo ello a menos de dos años de unas elecciones en las que los populares concurrirán a la baja y tras perder la mayoría absoluta de la que gozaron dos décadas ininterrumpidas.

La gestión de la crisis ha sido tan nefasta que solo la irrelevancia aún mayor de la izquierda murciana puede hacer soñar todavía a los populares con no perder el Gobierno regional. En 2019 sabremos hasta qué punto la Solución Maillo ha sido letal.

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