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José María Albert de Paco

Aquellos días de octubre

Nadie, ninguno de los 300 empleados de La Caixa que ese día gritamos en la Diagonal "Els carrers seran sempre nostres", hablaba en serio.

Nadie, ninguno de los 300 empleados de La Caixa que ese día gritamos en la Diagonal "Els carrers seran sempre nostres", hablaba en serio.
EFE

Todo fue muy confuso. Se sucedían las informaciones a velocidad de vértigo, con intervenciones policiales en multitud de localidades, y resultaba muy difícil discernir los montajes de los hechos. Se sabe, o al menos eso se dice, que la primera víctima de una guerra es la verdad, ¿no? Pues el clima de aquellos días se acercaba mucho a lo prebélico.

Ignoro si hubo un plan, pero me inclino a pensar que no, que la mayoría de los disturbios fueron espontáneos; incluido, en efecto, el acoso a las sedes del PP y Ciudadanos. Los ánimos estaban caldeados, corría la voz de que Rajoy había ordenado a la Policía Nacional atacar a la población y, en fin, frente a una noticia de esa magnitud no actúa la razón, sino el pánico, la rabia, el miedo.

No, yo no me sumé a la huelga, simplemente dijeron "mañana no se viene" y, estando las cosas como estaban (hay que recordar que acababámos de salir de una crisis), no era cuestión de significarse. Entre otras razones, porque hacerlo equivalía a jalear la, entre comillas, tortura policial. En cualquier caso, entonces mis hijas eran pequeñas y su colegio se había adherido a la convocatoria, así que, en parte, mi huelga fue casi obligada. Sí, podríamos decir que fue una huelga entre comillas. Comillas simples.

Nadie, ninguno de los 300 empleados de La Caixa que ese día gritamos en la Diagonal "Els carrers seran sempre nostres", hablaba en serio. Bueno, ninguno tal vez no, pero salvo por los tres o cuatro frikis de la cup, para el resto fue una acción catártica, sin más. Una performance autoparódica, sí, eso sería. En qué cabeza cabe que las calles pudieran ser nuestras.

No, si yo cazuela ya no gastaba, ya teníamos la termomix. ¡No pretenderá!

No, a ver, yo no firmé nada, alguien lo hizo por mí. Exactamente no recuerdo quién, aquel día había salido a una gestión y cuando se planteó la iniciativa yo no estaba, así que alguien, probablemente mi vecino de mesa, firmó por mí. Como cuando se echa una quiniela y en tu ausencia alguien pone el dinero por ti. Pues eso.

No recuerdo haber dicho en clase a ningún niño "Estaréis orgullosos de lo que han hecho vuestros padres". Al menos con esas palabras. Lo que propuse es una reflexión colectiva en torno a los hechos del 1 de octubre. La susceptibilidad hizo el resto, pero claro, yo eso ya no lo puedo controlar.

Dije "animales", sí, pero en el sentido de "¡No me seas animal!", como diciendo "¡Hombre, hombre!".

Ya le digo que todo fue muy confuso, aquellos días de octubre.

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