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Enrique Navarro

Adeu Mariano

Hay una certidumbre clara y definitiva, que muchos barruntamos desde 2004: Mariano Rajoy ha sido, es y será un cáncer para España.

Hay una certidumbre clara y definitiva, que muchos barruntamos desde 2004: Mariano Rajoy ha sido, es y será un cáncer para España.
Xavier García Albiol, tras reconocer el fracaso del PP | EFE

Los resultados autonómicos en Cataluña han abierto muchas incertidumbres de cara a su futuro. No tengo claro que Junqueras le perdone a Puigdemont las navidades que pasará en la celda mientras él se pasea con la familia por la Grand Place. Tampoco tengo seguro que la CUP vaya a aliarse con los separatistas para decidir algo de cara al futuro cuando han sufrido un gran varapalo por su baño institucional. Pero lo cierto es que la mayoría de votos no independentistas y que Ciudadanos sea la primera fuerza política en Cataluña, como el movimiento nacional español en Cataluña, inhabilitan que una ruptura puede tener visos de credibilidad.

Cataluña en su conjunto ya había perdido, y en las elecciones ha decidido condenarse de forma colectiva. Han enviado a su gran país a Estremera. Cuatro años más de dudas políticas van a ser nefastas para Cataluña. En 2021, lo que pase en Cataluña será tan relevante para España como lo que pueda ocurrir en Cantabria. La caída de la inversión el deterioro económico se va acentuar y el desempleo crecerá de forma significativa. La fuga de empresas tomará fuerzas ya a partir de la semana que viene, y los catalanes deberán asumir sus responsabilidades. ¡Allá ellos!.

Pero hay una certidumbre clara y definitiva, que muchos barruntamos desde 2004, Mariano Rajoy ha sido, es y será un cáncer para España. No ha sabido sacudirse el fantasma de la corrupción, y cada vez es más claro que las afirmaciones de la fiscalía sobre la utilización del PP para el enriquecimiento de sus líderes y financiación del partido son una realidad que todavía agravará más la situación del partido.

El artículo 155 blandiblú, nos ha traído estos resultados históricos para el españolismo gracias a la alta participación. Estas elecciones no deberían haberse celebrado ahora, pero Rajoy en su infalibilidad, pensó que era más importante mantener su presidencia en España sacrificando Cataluña. En el fondo, la estrategia de Rajoy no es otra que permitir la independencia de Cataluña a cambio de ganar un año o dos más en la Moncloa, gracias al apoyo del PNV. Esa gran visión histórica de ganar un día más de arriendo gratuito en La Moncloa, con el argumento de que a España le va bien esta continuidad. Pues no nos equivoquemos, a España no le va nada bien, ni a su economía, esta sinrazón.

Nada tan anunciado como el referéndum de Cataluña para una respuesta tan infantil, tan improvisada, tal como es el presidente. El primero de octubre demostró que el gobierno de España no tiene ni solución, es más, ni idea de qué hacer con Cataluña. Hasta los españolistas le han vuelto la espalda al partido popular en Cataluña.

¿Y ahora qué? Rajoy venderá estas elecciones como un éxito del 155; dirá que la Justicia continuará con sus pasos encarcelando a los que han ganado las elecciones; lo que acabará con indultos, y entonces se confirmará el dicho de que "nada envalentona más a los pecadores que la seguridad del perdón". Luego acudirá al PNV con este fracaso a pedir apoyo a los presupuestos, y con estos dos grandes logros, a su juicio, esperará a que la tormenta amaine y los españoles a pagar a catalanes y vascos por sostener a Mariano en la Moncloa.

Sin embargo, España no puede continuar un día más con un presidente incapaz de gestionar las decisiones y los acontecimientos importantes; que ha perdido el liderazgo del centro derecha que ya le ha ganado Ciudadanos, y que nos condena a una incertidumbre judicial que podría terminar con el partido condenado como organización delictiva.

No podemos esperar el sentido de estado que significaría la disolución del Congreso y la convocatoria de elecciones generales, para que todos los españoles podamos juzgar el desastre. La economía española se verá sometida a grandes tensiones si no hay dinamismo y liderazgo. Administrar y gestionar no va a ser suficiente para mantener el crecimiento del empleo ni superar el batacazo catalán. Los trucos de vaciar la hucha de las pensiones para no reconocer la insolvencia de nuestro modelo de estado, o de subirnos a un carro de recuperación basado en unos condicionantes internacionales que se agotan, no le van a servir.

España abordará en 2018 un triple reto: manejar y superar el desafío independentista manteniendo la unidad de la nación; mantener el crecimiento económico para lo que son necesarias reformas estructurales y generar confianza en las instituciones entre los ciudadanos que cada vez sienten la política como algo lejano e irrelevante. Sólo un nuevo congreso que reconozca la nueva realidad política española, muy distinta de la nacida en las últimas elecciones, será capaz de conseguir un impulso que es lo que España necesita; una nueva mayoría, más transversal para generar un nuevo gran impulso nacional que resuelva las tensiones y genere confianza. Solo hay un obstáculo para que esto sea posible; su nombre Mariano Rajoy.

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