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EDITORIAL

Violencia y nacionalismo

En el separatismo catalán existe una atracción por la violencia que en democracia llegó a su cénit con Terra Lliure y que sigue estando ahí, como una amenaza sorda contra quienes que se atreven a desafiar su infame dictadura.

Este miércoles, ante las puertas del Tribunal Supremo, y mientras era interrogada la cupera Mireia Boya, una yunta de indeseables dio vivas a Terra Lliure. Hay que ser muy descerebrado para tratar de convencer así al juez Llarena de la naturaleza pacífica del golpe de Estado separatista; pero, más allá de las pocas luces de esos filoterroristas, lo más significativo es la facilidad con la que el separatismo invoca la historia de terror y sangre de esa repugnante banda terrorista en casi cualquier circunstancia.

Igual de habitual es la presencia de apologetas del terrorismo y de terroristas en los medios públicos catalanes; incluso de asesinos condenados como Carlos Sastre, con crímenes tan crueles a sus espaldas como el asesinato de José María Bultó, al que colocaron una bomba en el pecho.

En el separatismo catalán existe una atracción por la violencia que en democracia llegó a su cénit con Terra Lliure y que sigue estando ahí, como una amenaza sorda contra quienes que se atreven a desafiar su infame dictadura.

Al mismo tiempo, los nacionalistas tratan de vender su golpe de Estado como un proceso democrático y pacífico, pero la realidad es que solo a través de la violencia o de la amenaza de la violencia podrían llevarlo exitosamente a cabo. Afortunadamente, esto es algo que están entendiendo los jueces, aunque no está de más que los alabarderos de Boya hayan ido a recordárselo al magistrado del Supremo que tiene en sus manos el horizonte penal inmediato de Junqueras y otros golpistas.

Es, por cierto, a la luz de esta realidad como hay que analizar el comportamiento de personajes como Jaume Roures, al que la Guardia Civil señalaba este miércoles como parte del "comité ejecutivo" del golpe. Imagen perfecta del revolucionario multimillonario, Roures se ha hecho muy rico al amparo del Poder, para acabar ahora como tantos otros formando parte del peor ataque a la Nación del último medio siglo.

Esta es la terrible paradoja en la que ha vivido España en los últimos tiempos: ha dejado crecer y enriquecerse a los que están dispuestos a dinamitarla. Muy pocas naciones pueden sobrevivir a eso.

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