Frente al televisor, en mi butaca,
la tarde del domingo me coloco.
España contra Rusia. Y poco a poco,
hay un sopor enorme que me ataca.
Un pase y otro pase. Tiqui-taca.
Recibo, miro atrás, finto y la toco.
Y vuelta al pasecito. Qué sofoco.
Ciento veinte minutos de matraca.
Isco pasa a Busquets, que pasa a Iniesta
(¿por qué no decidí dormir la siesta?).
Piqué cede a De Gea. Y este a Ramos.
Y con cara tristísima de entierro,
allí en la banda está Fernando Hierro.
¡Que vuelva ya la furia, aunque perdamos!