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José Bastida

Los ornitorrincos de Arcadi Espada

Arcadi, sigue tu camino libérrimo, no estás solo.

Había un ácrata muy lúcido e ilustrado en una facultad de finales de los setenta que iba con una tiza colocando, con toda la discreción posible, una jota antes de la palabra aula. El acto era de lo más apropiado porque en aquella época la universidad española ya se había convertido en un búnker marxista y nacionalista periférico, alejado de cualquier rigor intelectual que se le supone a semejante institución. Las jaulas siguen ahí y ahora tenemos generaciones de podemitas, bildutarras, talibanciños galegoides, colonizados baleáricos y valencianos, y catanazis; éstos últimos son los que están ahora in prima acie del activismo para el control social, como antes estuvieron en Vascongadas los proetarras hasta que dominaron la cotidianeidad y convirtieron aquello en una granja soviética. Ahora se intenta hacer lo mismo con Cataluña pero aquí tienen enfrente a millones de ciudadanos y a gente tan valiente y eximia como Arcadi Espada o Inés Arrimadas, por poner dos preclaros ejemplos de ámbitos distintos, el primero en el periodismo y el pensamiento y elta segundo, en la política.

Inés es víctima de la intolerancia contumaz de los CDR nazis todos los días mientras que Arcadi, quien hasta ahora usaba su teclado para denunciar con delicada y didáctica prosa las atrocidades del nacionalismo catalán, decidió tomar la iniciativa e hizo un Rosa Parks, porque la situación catalana ya es similar a la Alabama de los años 60, donde se reprimían los derechos civiles de los negros con la anuencia del sheriff (Mossos) y el apoyo de bandas de blanquitos (amarillos aquí). Y Espada provocó el libérrimo acto como símbolo del hartazgo de una sociedad que no puede seguir consistiendo tanta barbarie y odio premeditados.

Las terminales mediáticas oligopólicas y sus periodistas salidos de las jaulas universitarias no entienden semejante "provocación" porque hay una corriente de opinión oficiosa y progre que intenta blanquear el separatismo como antes intentó justificar los crímenes etarras. Es una enfermedad metastásica que inunda el imaginario cultural de España; y el Estado ni las instituciones civiles han hecho nada para parar este delirio social y autoritario. Y es que "los hechos empiezan a ser tan exóticos como los ornitorrincos", como decía Arcadi Espada en un memorable artículo de 2009. Ahora este periodista ilustre se puso a incomodar a los que no crean ni hacen historia sino que la retrasan y la vuelven exótica como un estanque de ornitorrincos, una especie crepuscular y extemporánea. Poco a poco intentarán crear una granja para todos aquellos que no entienden el prusés. Lo más dramático es que no hay Gobierno, ni jefatura de Estado (solo sirve para pronunciar discursos) que pueda parar este infame diseño programado desde Lizarra, Tinell y el 1 de junio para acabar poco a poco con una sociedad libre y próspera. "Primero tomamos Euskadi, ahora vienen los Països Catalans, seguiremos hasta el último rincón de la fascista España", susurran en las siniestras herriko tabernas. Arcadi, sigue tu camino libérrimo, no estás solo contra la historia ornitorrinca.

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