–Va, cuelga tú. –Que no, que tú primero.
–Que tú primero, Carles. –No, bandido.
–Va, porfa, cuelga tú, que te lo pido.
–No, Pablo, cuelga tú, que yo no quiero.
–¿Por qué no cuelgas tú? –Porque prefiero
que cuelgues tú. –Ya cuelgo… –¡Me has mentido!
¿Sigues ahí? –No sé. –Yo ya me he ido.
–Eres un picarón. –Y tú un fullero.
–¿Colgamos a la vez? –De acuerdo, vamos.
–Cuento hasta tres, y entonces ya colgamos.
–Va, cuenta. –Cuento: uno…, dos… ¡y tres!
–¿Ya está? Tú no has colgado. –Tú tampoco.
–Me chiflas, Pablo. –Y tú me vuelves loco.
–¡Que no se acabe nunca este prusés!