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Pedro Fernández Barbadillo

'Chávez vive' a costa de 360.000 venezolanos muertos

El chavismo ha hecho que las calles venezolanas sean más peligrosas que las de Irak.

La izquierda necesita la mentira como el pez necesita el agua. Sin ella, la izquierda no podría engañar a los incautos.

Si hiciéramos caso a las ONG feministas, España sería un país a la altura de Afganistán o India en cuanto a trato a la mujer. Sin embargo, la realidad es distinta: el nuestro es uno de los países más seguros del mundo para todos los que en él viven, varones y mujeres.

Sobre Venezuela, la izquierda también ha vertido una catarata de mentiras, para tratar de convertir el infierno en un paraíso. Entre las muchas trolas difundidas destaco, para la antología de la infamia, las siguientes.

  • Íñigo Errejón, ahora el niño bonito de Podemos, afirmó en noviembre pasado que, gracias al ‘socialismo del siglo XXI’, los venezolanos por fin hacían tres comidas diarias. Antes, dijo que se había producido una "democratización del consumo", lo que explicaba las colas ante los comercios y los supermercados.
  • José Luis Rodríguez Zapatero aseguró en septiembre que el éxodo por hambre de millones de venezolanos se debía a las sanciones económicas aplicadas por Estados Unidos.
  • Juan Carlos Monedero contribuyó al endiosamiento y blanqueamiento de Chávez con este consejo: "Gracias a ustedes por permitirme sentirme más digno defendiendo al presidente Chávez frente a la basura mediática de mi país".

Aparte de las elecciones amañadas, de la violencia contra la oposición, del desabastecimiento y el racionamiento, y del fomento del terrorismo en otros países, uno de los motivos de la ilegitimidad del régimen bolivariano en Venezuela es su incapacidad para cumplir el fin básico de todo Estado: tener el monopolio legal de la violencia y proteger a las personas de la delincuencia.


En 20 años, se han quintuplicado los homicidios

Desde que en 1998 Chávez ganase la presidencia con el voto favorable de muchos de los que han huido o ahora se manifiestan contra su sucesor, en Venezuela los homicidios rondan, como poco, los 360.000 en 20 años. Una cifra de muertos por la violencia superior a la suma de todos los habitantes de la provincia de Burgos. Entre 2005 y 2017, en España, país más poblado, los homicidios han superado por poco los 5.000.

Hasta los años 60, los homicidios en Venezuela se cometían sobre todo en áreas rurales, pero a partir de entonces, y con el nacimiento de las guerrillas de izquierdas, la violencia se extendió. En 1994 la delincuencia se convirtió en un asunto de preocupación cuando se rebasaron los 4.000 homicidios. En diciembre de 1998, Chávez venció en las elecciones presidenciales, a las que se pudo presentar gracias al indulto concedido por Rafael Caldera, uno de los políticos más torpes y ególatras de América. Ese año concluyó con 4.550 y a partir de entonces, la delincuencia comenzó una carrera ascendente que ha hecho que las calles venezolanas sean más peligrosas que las de Irak.

Los recuentos de víctimas más fiables los realiza el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), formado por las universidades Central de Venezuela, Católica del Táchira, Católica Andrés Bello de Guayana, Oriente y Centroccidental Lisandro Alvarado, ya que el Gobierno socialista los manipula e incluso se ha negado a darlos.

Según el director del OVV, Roberto Briceño, "el incremento de la criminalidad y los homicidios se da de manera drástica y sostenida a partir de 1999. En los cinco años previos a la llegada de Hugo Chávez al poder, los homicidios se habían mantenido estables o, incluso, habían disminuido de 4.730 en 1994, a 4.550 en 1998. A partir de 1999 aumentan, para llegar a casi 6.000 ese año y poco más de 8.000 en 2000, es decir, casi se duplicaron en los primeros dos años de gobierno y desde allí ha mantenido una tendencia al incremento".

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En 2012, último año completo de Chávez, ya que murió en marzo de 2013, los homicidios perpetrados fueron 21.693 según el OVV. En 2013 en Irak, país en guerra, murieron casi 10.000 personas, pero en Venezuela se duplicó esa cifra, con casi 25.000. 2016 ha sido hasta ahora el año más sangriento, con cerca de 29.000 homicidios y una tasa de 91,8 muertos por 100.000 habitantes. En 2018, el siniestro registro bajó a 23.047. Más de 60 asesinatos al día de media.

Desde 2015, en Venezuela la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes ronda y supera los 90 (en España es de 0,66). El año pasado, fue el país con la mayor tasa de toda América, por encima de El Salvador y Honduras.

Junto con los cientos de bandas de delincuentes y de matones del Gobierno que se reparten las calles, otra fuente de violencia la constituyen los diferentes cuerpos policiales y militares: un tercio de los muertos (7.500 en 2018) lo son bajo el concepto de ‘resistencia a la autoridad’, que encubre los tiroteos con ‘maleros’, los ciudadanos a los que los uniformados querían robar y los manifestantes contra el régimen socialista.

De ricos a hambrientos

¿Qué legitimidad puede tener un Gobierno que, en una situación de paz con el resto de la comunidad internacional, no puede asegurar a sus ciudadanos que vayan a regresar vivos a sus casas?

¿Cómo un país que en los años 50 del siglo XX tuvo el cuarto o quinto mayor PIB per cápita del mundo y una tasa de cambio de un dólar de EEUU por menos de cuatro bolívares, con excelentes universidades y autopistas, ha pasado a ser uno de los peores de América durante las presidencias de Chávez y Maduro, donde se mata por un celular, por comida o por placer?

Según Briceño, las razones son la "destrucción institucional del país, la división de la sociedad entre amigos y enemigos, y el quiebre del sentido de la ley y la impunidad".

Así se resume la obra del ‘socialismo del siglo XXI’.

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