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Pedro de Tena

El indeciso

Puedo mandarlos a todos a hacer puñetas, que me lo pide el cuerpo, o puedo votar a alguno de ellos como mal menor.

Lo confieso. Estoy indeciso. Pero no soy un irresoluto. Como Stevenson conocía la diferencia entre contar y cantar, yo conozco la diferencia entre la indecisión y la irresolución. Un viejo republicano andaluz escribió que no se puede decir que Fulano es un hombre indeciso. Y no se puede porque la indecisión no está en el alma, no forma parte de la conciencia, no es un atributo esencial, no es cualidad alguna. No soy indeciso, sino que estoy indeciso. El irresoluto es otra cosa. No delibera, no sabe qué hacer con su libertad, no sabe determinar ni determinarse. El indeciso no sabe qué hacer para conseguir que el fin que ha determinado sea posible.

Yo ya he determinado que cualquier Gobierno en el que participe Pedro Sánchez y ese PSOE desalmado al que representa es malo para mí y para la mayoría de los españoles. Sólo hay dos opciones creíbles, según los números y las disposiciones que conocemos. O Sánchez reedita su Gobierno con Podemos y los separatistas de toda clase y condición o Sánchez convence a la cúpula de Ciudadanos para componer un nuevo entuerto nacional con la excusa susanista de que siempre será mejor un Gobierno moderado sin Podemos y sin rufianes que un Gobierno enloquefrénico.

Si, ya sé que hay otras opciones, pero los partidos todavía mayores, PSOE, PP, Ciudadanos, esos mediocres intérpretes de la realidad nacional, no las consideran. Abrir las puertas a un Gobierno constitucionalista con un programa de reformas que acabe con los algunos problemas que la Constitución de 1978 ha creado –desde una ley electoral infame a unos fueros infumables; desde una educación sectaria e ineficiente a una sanidad troceada; desde una justicia politizada vía nombramientos a unos medios públicos de comunicación manipulados y sin competencia real desde el ámbito privado; desde la confusión entre lo público, que es del público y lo estatal o autonómico, que es de los partidos, a la obsesión demencial de reducir el ámbito de la libertad personal de los ciudadanos–…

O sea, soy una persona resuelta que sabe perfectamente lo que no quiere, pero estoy indeciso sobre la forma de conseguir lo que quiero. Puedo mandarlos a todos a hacer puñetas, que me lo pide el cuerpo, o puedo votar a alguno de ellos como mal menor. A este PSOE no puedo votarlo por razones de higiene mental y moral. De Podemos y los separatistas ni hablamos, claro. A Ciudadanos me lo prohíbe la sospecha que ya me atacó en Andalucía cuando sostuvieron a un régimen corrupto tres años largos. ¿Y si vuelven a las andadas? Al PP, que nos ha colocado en la situación en que nos estremecemos, y sabiendo lo que uno sabe ya de sus antiguos dirigentes, en fin. No me hagan hablar. Ya sé que Pablo Casado es otra cosa, pero para curar el cáncer no sirven las libélulas, que aclaró un extremeño. Queda Vox, pero no se me ocurre ninguna razón para votarlos que no sea instrumental. Me explico. Impedir que Ciudadanos y PP hagan lo que no quiero que hagan.

O sea, que sí, que estoy indeciso. Tengo resuelto que España no puede seguir despeñándose por el precipicio, que a los ciudadanos de a pie no nos considera nadie y que es preciso reconducir una Constitución que debe ser reformada en bastantes aspectos porque dos regiones con una minoría de ciudadanos están condicionando la vida, las haciendas y el futuro de todas los demás. Puedo abstenerme, votar en blanco, hacer el gamberro con mi papeleta o elegir a uno u otro, pero no puedo elegir un proyecto global de regeneración de la nación española. Los partidos que podrían hacerlo juntos quieren convencerme de que pueden hacerlo solos. Y eso no es posible.

O sea, que sí, estoy indeciso. Dicen que hubo una vez una dama que preguntó a su confesor cómo averiguar en la oscuridad si quien se acostaba con ella era su marido o un intruso. Le dijo el sacerdote que sería bueno tocarle la frente al chorbo a ver si llevaba cuernos. Yo creo que, en las elecciones del próximo domingo, además de todo lo dicho, va a haber infidelidades que nos van a sorprender a muchos. Incluso a nosotros mismos. Pero es que así de mal estamos.

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