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La sociedad civil española: una fábula para bonachones

¿Por qué no se reúnen todas las organizaciones civiles que se dicen constitucionalistas y trazan un plan de movilizaciones por la España constitucional?

Sin entrar en más detalles, porque lo de añadir civil a sociedad ya sería motivo de discusión, esto de hablar de la sociedad civil es muy bonito y está muy bien pagado. Para algunos, incluso es beneficioso. Fíjense en José María Aznar y Felipe González, que van a participar la semana que viene en un llamado Congreso de la Sociedad Civil donde tienen hilos algunas fundaciones, por ejemplo, Valores y Sociedad, la propia de Felipe González, FAES o Foro España, por poner varios ejemplos. Pero que las dos jornadas calificadas como "congreso" sean inauguradas por dos expresidentes del Gobierno, y jefes absolutos de sus partidos políticos en su tiempo, da una idea de qué entienden los organizadores por sociedad civil. Una sola vez he percibido personal y directamente lo que era la sociedad civil, esto es, el conjunto de personas capaces de reaccionar ante un daño grave a su nación y a sus valores: fue en Madrid cuando los asesinos de ETA ejecutaron a cámara lenta a Miguel Ángel Blanco. Luego asistí a manifestaciones multitudinarias a favor de las víctimas del terrorismo. Pero no hay mucho más.

Para no perdernos, podemos fijar como punto de partida que en la Constitución vigente hay partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales, pero ni una palabra se dice sobre la sociedad civil como algo diferente de los partidos y organizaciones sociales. Se habla de Administración civil, eso sí, y de pluralismo de la sociedad en relación con los partidos. O sea, ¿hay o no hay una sociedad civil que no coincida con partidos y organizaciones sociales? Podríamos pensar que si, que hay fundaciones, asociaciones diversas, personas que participan en actividades que no tienen ver con las organizaciones básicas señaladas por la Constitución, pero hasta el infumable Monedero advierte, y lo perpetró, que los supuestos movimientos civiles o sociales no son otra cosa que "Estado ampliado", es decir, algo que está fuera de lo que normalmente entendemos por Estado pero que el Estado alcanza a través de ellos "sus objetivos en un marco de obediencia a través del consentimiento activo." Es decir, que fuera del control de partidos y Estado es más que dudoso que exista algo así como sociedad civil. Tampoco en las marismas liberales.

Pero supongamos que existe y que los dineros que la hacen posible no están vinculados de un modo u otro a las madres del cordero que dominan la sociedad española. Hace tres días en Tomares escuché atentamente a Redondo el bueno, Nicolás, no el otro. Habló de sociedad civil y de su empeño en La España que reúne. Pero un asistente le espetó si íbamos a seguir con el romanticismo buenista o íbamos a hacer algo de verdad para impedir el descalabro nacional que desgranó bastante adecuadamente, olvidando, eso sí, hacer una más detenida crítica a su partido, el PSOE, y a todos los demás, al menos, desde 1976. España, dijo, está en una situación delicada por su inmadurez institucional, por los separatismos, por el colonialismo de los partidos sobre la sociedad, por la dependencia de la Justicia, etc.

Ahí está el extremista frente popular separatista, como lo llama justamente Jaime Mayor Oreja, dando pasos continuos hacia sus objetivos disgregadores y disolventes de la nación, y ahí están las derechas divididas en tres partidos, incapaces de darse cuenta de este episodio nacional más que peligroso que vivimos. Entonces se habla de la sociedad civil como esperanza de impulso de una reacción nacional contra el intento de derribar la Transición, su reconciliación y su Constitución. Pero ¿de qué se habla? De nada serio. De nada que sea capaz de lograr que lo que se considera la mayoría de españoles moderados que está en la base de lo que llamamos España se manifieste con claridad contra la deriva que padecemos. De hecho, ¿por qué no se reúnen todas las fundaciones, asociaciones, sociedades y demás organizaciones civiles que se dicen constitucionalistas y trazan un plan de movilizaciones por la España constitucional al margen de los incapaces o contumaces partidos políticos?

Lo dicho. ¿Sociedad civil? Fábula para bonachones incapaces.

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