Menú

En ausencia de moral

Oír noticias o leer la prensa diaria, se ha convertido en un acto heroico del que el español medio sale muy mal parado.

Por agnóstico que uno sea, es decir, por lo descreído, por la incapacidad para acceder al conocimiento de las categorías absolutas, es difícil de imaginar, como real, lo que estamos viendo, oyendo y leyendo, en las últimas jornadas. Se diría que han tocado a arrebato y que el que más pueda para él.

Oír noticias o leer la prensa diaria, se ha convertido en un acto heroico del que el español medio sale muy mal parado. Comienza la cosa por ese torrente diario de amenazas, porque aquí, gobernar, es sinónimo de amenazar. 

Incluso lo que sería una actividad más neutra, la informativa, dirigida a que el español conozca dónde está, adónde va, y el porqué de lo primero y cómo lo segundo, más aconsejable es que haga oídos sordos, porque pocas son las ocasiones en las que brilla la verdad.

En los comienzos de esta semana, haciendo lo que nunca debería haber hecho – leer la prensa diaria – me encontré con una frase, entrecomillada, del señor presidente, que es la peor fotografía que de él me podían ofrecer.

Por activa y por pasiva hemos asumido que está obsesionado por la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), cosa que tampoco entiendo, ya que, no pretende cumplirlos; nunca lo ha hecho. A una pregunta en la rueda de prensa sobre cómo aceptar el apoyo de Bildu, la respuesta del presidente, sin ambages fue: “¿Bildu? Lo que importa son las siglas PGE”. 

Por menos de esto, podría figurar – de haber existido en el siglo XVI – entre los ejemplos, de los que deja constancia Nicolás Maquiavelo en los múltiples consejos que ofrece al gobernante, en El Príncipe. La frase, debería quedar inscrita ad perpetuam memoriam, en lo que llamaríamos, los albores del maquiavelismo en el siglo XXI.

Por sí misma, la expresión, muestra la vaciedad de principios – llámenles morales, éticos, o simplemente de buen gobierno – o, dicho de otro modo, que fijado un fin concreto – aprobación de los PGE – cualquiera que sea el medio por el que se consiga dicho fin, será lícito por su propia naturaleza. Por menos de eso, se podría considerar lícito el magnicidio, como medio para liberar a un pueblo de un gobernante caótico.

Pero, no. El presidente Sánchez no está entre los ejemplos que tiene en mente Maquiavelo a la hora de escribir El Príncipe. Por maldad maquiavélica supera a mis dos ilustres paisanos, aunque el señor Sánchez, en inteligencia, está muy lejos de aquellos. 

Sin embargo, hay consejos varios, de interés para Sánchez: “Puedes parecer manso, fiel, humano, religioso, leal, y aun serlo; pero es menester… que, en caso necesario, sepas variar de un modo contrario”. También, “… debe estar dispuesto a volverse según que los vientos y variaciones de la fortuna lo exijan… y… a no apartarse del bien mientras lo pueda, sino a saber entrar en el mal, cuando hay necesidad.” [Cap. XVIII].

¡Esperen lo peor, queridos lectores, de un gobierno sin moral!


 

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal