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Sergio Valentín

Superliga europea: una súper chapuza para una súper oportunidad perdida

Los dirigentes de la Superliga se equivocaron en la comunicación, fundamental si hay enemigos poderosos, con influencias y el objetivo es discutible.

Los dirigentes de la Superliga se equivocaron en la comunicación, fundamental si hay enemigos poderosos, con influencias y el objetivo es discutible.
Florentino Pérez y Alexander Ceferin, presidentes del Real Madrid y de la UEFA. | Cordon Press

¿A favor o en contra de la Superliga? ¿Con la UEFA o con el Real Madrid? Da la impresión de que si se quiere opinar al respecto, tienes que escoger bando. Yo me niego a ello. Estoy en contra de la actual UEFA y creo que estoy en contra de la Superliga. Lo creo porque, como nos pasa a todos, seguimos sin conocer en qué consiste realmente el nuevo modelo que plantean más allá de que habrá 15 clubes fijos y cinco invitados que conseguirían un pase en función de unos méritos deportivos que no saben ni los propios fundadores. La falta de información ha derivado en una desinformación que, para mí, ha sido clave en el fracaso de un movimiento que aspiraba, ni más ni menos, que a salvar el fútbol y mover los cimientos del deporte más importante de todo el mundo. Casi nada, ¿verdad? ¿Y cómo pretendían hacerlo? Pues como si pretendes ganar una guerra con un rastrillo y una antorcha, con un comunicado, una entrevista en un canal secundario y 48 largas horas sin información. 48 horas vacías, desde el domingo por la noche al martes por la noche, que dieron pie a que crecieran las pesadillas de millones de aficionados que veían amenazar su modo de vida porque el fútbol, y espero que se hayan dado cuenta, no es solo un deporte o un negocio, son sentimientos también. Son aficionados de todo tipo, con más o menos relevancia. Desde el que utiliza el fútbol como excusa para reunirse con sus amigos en un bar, pasando por el socio de un club que lleva acudiendo al estadio toda su vida, como si fuese ir a misa, y terminando por el primer ministro británico. Todos se temían lo peor porque no sabían qué podía pasar. Por lo tanto, ¿qué tenían que haber hecho estos doce clubes? Si de verdad esta revolución iba a beneficiar a todos, si de verdad iba a ayudar a los más poderosos y a los más pobres, si de verdad iba a fortalecer las ligas nacionales, solo tenían que salir y explicarlo. Eso, o callarse y pensar que todo lo anterior es falso y que venza así el relato de “los ricos vs pobres" al auténtico y en el que deberían haber centrado sus esfuerzos y con el que estoy de acuerdo: “La UEFA no está haciendo bien su trabajo y se está aprovechando de los clubes". 

Una competición que iba a contar con 7.000 millones de euros, creada por doce extraordinarios empresarios al frente de los doces clubes de fútbol más importantes, ha tenido una política de información tan desastrosa que ha podido convertir una idea “espectacular y solidaria” en el demonio que quiere cargarse el fútbol. Parece mentira que no lo sepan, pero la comunicación, el mensaje y cómo lo transmites, es fundamental. Y más con el reto sideral que se habían planteado. Sólo así han logrado que haya una sensación unánime de que estaban improvisando cuando llevaban años trabajando en un proyecto que ha durado, insisto, dos días. 

La fallida comunicación comenzó mal, a una hora impropia. No se puede iniciar una revolución cuando casi toda Europa está dormida. A las 23:30 de un domingo y sin que los doce clubes estén coordinados. No lo han estado ni para colgar una simple nota en su web. ¿Se han organizado por un grupo de WhatsApp? Quiero pensar que no, pero ya me espero cualquier cosa viendo los resultados. El Real Madrid lo sacó esa noche y el Barcelona o Atlético de Madrid al día siguiente. Y en lugar de encontrarnos con una convocatoria de prensa, para medios de comunicación de todo el mundo, media Europa se levantó y no pudo tomarse el café tranquilo. El titular no era para menos: “15 clubes con plaza fija". Es un choque frontal contra todo lo que ha sido el fútbol. Es una idea potente y polémica. Es evidente que deberían haber intuido que no iba a cuajar de primeras, que había que explicar por qué sería así. Pero también se equivocaron en el siguiente paso. En el cuándo, dónde y el por qué.

Hubo que esperar 24 largas horas para conocer las primeras explicaciones. ¿Lo que yo hubiera hecho? Sin dar espacio para las especulaciones y/o que reine el miedo, como me he referido antes, rueda de prensa a las 12 del medio día. Dos personas: Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y Joel Glazer, copresidente del Manchester United y vicepresidente de la Superliga. Detrás, los presidentes de Juventus, Inter, Barcelona, Atlético de Madrid... La imagen es tan potente como el objetivo que se plantean. Unión, fortaleza y seriedad. Por delante, una rueda de prensa, con preguntas en inglés, español, italiano, alemán, francés, chino o árabe, que para eso tienen aficionados en todo el mundo y la Superliga se crea por la demanda de todos ellos. Por delante, preguntas sin límite de tiempo porque ellos son sensibles y conscientes de lo que están proponiendo y de que el fútbol no es de ellos y sí de los aficionados. Sobre la mesa, un montón de folios donde se encuentran las respuestas a todas las preguntas que seguimos planteándonos. En lugar de todo esto, el presidente de la Superliga esperó 24 horas y decidió ir a un programa de televisión de un amigo a las 00:00 cuando, y perdonen por repetirme, media Europa está dormida. Ahí estuvo Florentino Pérez hablando también de Mbappé, Cristiano Ronaldo o Sergio Ramos. No sé si hubo muchos ingleses, alemanes o italianos viendo El Chiringuito esa noche, pero lo que sí tengo claro es que casi ninguno sabe español. Van a pasar 32 horas sin que reciban una sola explicación en su idioma. Pónganse en el pellejo de un británico.

Y por si esto no fuera poco, también fallaron en el por qué de la Superliga. En mi opinión se equivocaron en el mensaje. "Queremos salvar el fútbol, estamos arruinados". No es el adecuado. Es más acertado, aunque no lo piensen, mostrar humildad. Lógico que automáticamente surgieran presidentes y propietarios que negaran dicha ayuda que, por otro lado, afirmaban no necesitar. La base del proyecto que cambiaría el fútbol, la necesidad de ingresar más dinero, era desmentida por el resto de clubes. Más imagen negativa para la Superliga durante horas. El perfil adecuado, y quizá además es el sincero, hubiera sido el de victima. La UEFA no explota adecuadamente los derechos de TV de la Champions League, la UEFA está quitando y quedándose dinero de todos los clubes que participan en sus competiciones, la UEFA sigue creando competiciones internacionales sin tener en cuenta a los clubes, la UEFA está permitiendo que algunos clubes se salten el fair play financiero.... La UEFA era el objetivo y no el resto de clubes, que parece que estorban. 

Por si no fuera poco, y con esto termino, la Superliga va a morir, aunque sea temporalmente, sin qué sepamos en qué consiste. Por eso creo también que se han precipitado con el anuncio. No sé qué ha pasado o sí ha pasado algo para que se vieran con la necesidad de hacer todo esto ya cuando no tenían cerrado casi nada. Es algo, la verdad, muy llamativo teniendo en cuenta que 12 personas están detrás, cuánto tiempo llevaban trabajando y las dimensiones de su propósito. La ejecución es más propia de un recién licenciado en empresariales. No tenían aliados para llegar a los 15 clubes fijos, no habían convencido a clubes clave como el Bayern de Múnich, no tienen definidos los criterios deportivos para las otras cinco plazas, no tienen operador de televisión, árbitros, un calendario y algo que es esencial, los datos económicos de cómo beneficiaría esta competición a las respectivas ligas nacionales. Ha ido multiplicándose el pensamiento de que esta Superliga empequeñecería la Premier, el Scudetto y LaLiga cuando, en teoría, sería al revés. Al menos eso explicó Florentino Pérez con un gesto con la mano que imitaba una cascada. Hubiera estado mejor aportar datos y cifras y quizá así no hubiera cundido el pánico entre todos y quien sabe, quizá así la Superliga seguiría siendo un proyecto con vida, atractivo y hasta solidario. 

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