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Jesús Fernández Úbeda

La oposición desdentada refuerza a Pedro Sánchez

Envuelto en la bandera de la UE, el presidente del Gobierno noqueó a un Abascal como salido de 'Fast & Furious'.

Envuelto en la bandera de la UE, el presidente del Gobierno noqueó a un Abascal como salido de 'Fast & Furious'.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aplaudido por sus vicepresidentas y los diputados socialistas. | EFE

Mientras el cielo de Madrid dejaba de parecerse a la epidermis de Ana Mato, este miércoles, en el pleno del Congreso, el Gobierno de Pedro Sánchez desmontaba, con un sencillo cuchillo de untar, de los de punta redonda, sin esfuerzo alguno y prescindiendo de sangrías, el discurso de una oposición que, ufana y con aspavientos, exhibió una motosierra sin haber leído su manual de instrucciones, mordiendo sin dientes y berreando, como un lactante hambriento. Envuelto en la bandera de la Unión Europea, el presidente noqueó a un anfetamínico Abascal comparándolo con Salvini y hasta Nadia Calviño, quien, precisamente, no es Luis Sánchez Polack –en paz descanse–, se permitió el lujo de despachar con un chiste fácil a la diputada del PP Alicia García.

La sesión de control orbitó, en general, en torno a la ruina de Yoko Putin –ya saben: antes de la invasión de Ucrania, España iba como un tiro– y a cómo el Ejecutivo intentará paliarla. Cuca Gamarra, a la diestra del ectoplasma de Casado, denunció que el de Sánchez es el "Gobierno más caro y numeroso de la Historia", exigió un ajuste de cinturón –y dale con los tópicos: imagino a Raúl del Pozo escuchando a esta señora puesto de antihistamínicos–, una bajada de impuestos y un "abandono de la política del despilfarro". El macho alfa del PSOE, sin despeinarse, reprochó a la portavoz popular que su formación utiliza "los mismos argumentos del anterior PP" y le pidió "que hagamos un auténtico ejercicio de patriotismo europeo". Le faltó decir: "Next". Al respecto, me cuenta el escritor Emilio Lara: "Hay una parte de la población, tan fanáticamente ideologizada, a la que le trae sin cuidado la realidad económica. Muchos viven en su búnker flower power y, mientras alguien les dé una paguica, la economía les trae sin cuidado".

Abascal se creyó en una película de las de Fast & Furious y, contundente, pero también sobreexcitado, consumiendo del tirón todo el tiempo de intervención y renunciando a la réplica, recordó "a los 350 privilegiados" de la cámara que "afuera hay españoles que están sufriendo, que no pueden pagar la factura de la luz, que no pueden llenar el depósito", "mucho antes de la guerra de Putin". Demandó a Sánchez una rebaja en los "impuestos sobre los bienes esenciales" y un recorte en la financiación de partidos, sindicatos y patronales. "Su Gobierno es una fábrica de miseria, igual que su ideología", remató. El presidente le respondió que una Europa con Salvini, Le Pen y Vox "sería la muerte de Europa". Pumba. "Por eso, ¿qué ha hecho Vladimir Putin en los últimos años? Apoyar a los que se reunían con ustedes", continuó el líder del Ejecutivo, mientras el jefe voxero señalaba a los diputados de Unidas Podemos. "Europa prevalecerá. Salvini, Le Pen, Putin y ustedes no se saldrán con la suya", concluyó, como salido de un spa, el coautor –o lo que sea– de Manual de resistencia, con la hinchada 'sociata' en pie. "Menos mal que los debates en el Congreso no tienen ninguna importancia en la decisión de voto, porque, si no, se iba la PSOE a 160 escaños", me dice el compañero Carmelo Jordá.

Ana Oramas, por su parte, alertó de que Canarias está "en riesgo de muerte", y reprochó al Gobierno que hable tanto "de transición energética y digital mientras la gente se muere de hambre". La diputada de Coalición Canaria preguntó si existe un "plan de acciones específico y diferente" para compensar los destrozos sufridos en su tierra. Respuesta de Sánchez: que si no sé cuántos millones en transferencias, que si hay que "mirar en el medio plazo" y las islas "tienen una gran oportunidad de reforzar su autonomía energética apostando por las energías renovables", y así.

La popular Alicia García preguntó a Calviño por el incremento del precio de la cesta de la compra y por las disputas en el Gobierno. "Me sorprende que alguien de su partido me hable de peleas internas", respondió la vicepresidenta primera, con el hemiciclo descojonándose. Más pupa, como casi siempre, le hizo Espinosa de los Monteros diferenciando entre la "España real y la España de Pedro Sánchez": la primera, con la ciudadanía arruinada; la segunda, con los sindicatos dopados. Se refirió a la manifestación en defensa del campo del domingo: "Los españoles toman la calle porque son tolerantes y pacientes, pero no son idiotas". El portavoz voxero remató su discurso señalando al culpable de la que está cayendo: "No es ni Franco, ni el virus ni Putin: es Pedro Sánchez". La vicepresidenta pidió "concordia y convivencia", y hasta luego, Lucas.

Después, Carolina España, que, disculpen la obviedad, no es Macarena Olona, dio vergüenza ajena mezclando en su pregunta a Yolanda Díaz la invasión de Ucrania, la bajada de impuestos propuesta por el mesías Feijóo o la "nefasta política económica" del Ejecutivo. "¿Está usted a favor del envío de armas", siguió la diputada popular, "porque sí, porque sí, porque sí", como en la canción de Los Rodríguez. "¿Duerme usted tranquila?". La vicepresidenta segunda dijo que ellos están "para defender a la gente" y, ya puesta, apuntó que el futuro líder del PP, o de lo que quede del partido, está poniendo "la alfombra roja a la ultraderecha". Al poco, Gil Lázaro y Marlaska representaron su habitual y repetitiva tragicomedia, en la que el primero preguntó al ministro del Interior "por qué ha engañado a las víctimas del terrorismo", y éste le recordó los tiempos en los que el ahora diputado de Vox lo era del PP y defendía la negociación de Aznar con la banda terrorista ETA. Nada nuevo en este sentido, vaya.

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