Desde hace ya cuatro décadas, la educación en España ha sido un experimento socialista de resultado inequívoco: por lo general, cada nueva ley educativa ha sido peor que la anterior y, especialmente allí donde las comunidades autónomas no se han esforzado en aminorar los daños, la degeneración del sistema y la caída del nivel han sido alarmantes.
No obstante, en manos de Pedro Sánchez y los suyos todo es susceptible de empeorar, y la educación no va a ser una excepción: la Lomloe es un despropósito aún mayor que los anteriores y a la bajada de la exigencia –prácticamente cabría hablar de su eliminación– suma una voluntad absolutamente descarada de manipular y adoctrinar a unos niveles formidables.
Eso sí, como cabía esperar de un Gobierno en el que el nivel de infamia sólo es comparable al de idiocia, la manipulación y el adoctrinamiento son tan burdos que provocarían la risa si no estuviera en juego la formación de los escolares.
"Las matemáticas, contra el sexismo", pues, "como su propio género nos hace intuir, repelen el machismo y la desigualdad"; el dibujo técnico y su relación con el "bien común" o los despropósitos sobre el machismo de filósofos que vivieron hace milenios son algunas de las barbaridades que se pueden encontrar en la última hornada de libros de texto. Estupideces con tal ausencia de rigor académico que dejan claro que son fruto de mentes tan enfermas de sectarismo como carentes de la mínima capacidad para la importantísima tarea que se les ha encomendado.
Por un lado, probablemente el nivel es tan bajo que no hay que temer que los alumnos aprendan y recuerden ninguna de estas tonterías; por el otro, conviene no olvidar que la principal intención de esta ley educativa es, precisamente, que los alumnos españoles que no puedan asistir a colegios del más alto nivel o que no tengan una familia capaz de contribuir de una forma intensiva a su formación no aprendan nada y no logren formarse para un futuro en el que la competencia laboral no se va a reducir a cada comunidad autónoma o al conjunto de nuestro país, sino que va a ser global.
Porque la pretensión última detrás del vil arrasamiento que el PSOE y sus socios quieren hacer con la educación es destrozar el ascensor social que la enseñanza ha supuesto para generaciones de españoles y hacerlo funcionar en una única dirección: empujar a todo el mundo hacia la pobreza.
Hay decenas de razones para echar a Sánchez de Moncloa y acabar con urgencia con su legado infame, pero sin duda finiquitar esta cruzada por la estulticia es una de las más importantes.

