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Plagas de la Barcelona de Colau

Gracias a la desidia y el animalismo Barcelona se ve cercada por siete plagas: ratas, cucarachas, mosquitos, palomas, gaviotas, cotorras y jabalíes.

Gracias a la desidia y el animalismo Barcelona se ve cercada por siete plagas: ratas, cucarachas, mosquitos, palomas, gaviotas, cotorras y jabalíes.
Una gaviota en el puerto de Barcelona. | Pixabay/CC/CarolinaP

A los fenómenos de la inseguridad y la suciedad suma ahora Barcelona el de la proliferación de todo tipo de especies animales. El zoo de la ciudad languidece mientras fuera del recinto la vida salvaje se multiplica al ritmo de las medidas municipales de fomento de la fauna propia y extraña. Los medios han informado ya de que las plagas de ratas, cucarachas y mosquitos de este verano serán mucho más temibles que en años pasados. Circulan vídeos en las redes sociales de una colonia de roedores de gran tamaño en un solar ocupado en la calle Jaén de Barcelona donde viven unas personas sin hogar con niños y que está al lado de una guardería.

El Ayuntamiento dirigido por la señora Ada Colau dice en primer lugar que no puede hacer nada porque se trata de un recinto privado. Es un auténtico alarde de reconocimiento de la propiedad privada por parte de los "comunes", que así se hacen llamar los miembros de la versión local del podemismo. En cuanto a los indigentes, la respuesta es que no se puede hacer cargo de ellos porque carecen de documentación. ¡Caramba! Los de los "papeles para todos" se ponen estupendos con una pobre gente que vive entre las ratas en medio de Barcelona.

La cuestión, según los expertos, es que los venenos que se utilizan contra las ratas y también contra los insectos son menos eficaces debido a una directiva europea que prohíbe el uso de raticidas que puedan perjudicar a las aves. A tan franciscana normativa se debe añadir que el Ayuntamiento no permite utilizar veneno contra las palomas, otra plaga, sino que combate su insalubre multiplicación con sustancias anticonceptivas. El angelical respeto por los "derechos" de las palomas callejeras tiene efectos en el bienestar del "colectivo" de las gaviotas, cada vez más numerosas y una de cuyas fuentes de proteínas son las torcaces. La tercera especie aérea en discordia es la que forman las cotorras argentinas, que conviven pacíficamente con las palomas y atemorizan por su número y estridente sonido a las gaviotas. A toda esta presencia animal se debe sumar en la parte alta de la ciudad la cada vez más desacomplejada actividad de los jabalíes, también protegidos por estrictas normas sobre la protección de los animales.

No hace falta ser un avezado explorador para constatar a pie de calle el rastro de todos estos animales. Sus heces les delatan y conforman junto a los "regalitos" de algunos dueños de perros un muestrario antológico de las consecuencias de la política de ahorro de agua en la limpieza pública que practica con gran diligencia la administración presidida por la señora Colau.

Las citadas especies se encuentran cómodas en Barcelona. Las gaviotas, por ejemplo, campan a sus anchas entre las mesas de las terrazas de los locales de comida rápida de la plaza de Cataluña. Les gusta el sabor de la carne y el de las patatas fritas. Por la noche es un espectáculo digno de la película Los pájaros de Alfred Hitchcock.

Por un lado, que los peatones tengan que sortear las deposiciones de tantos animales, cambiar de acera si atisban una rata o un jabalí –a veces parejos en tamaño–, agachar la cabeza ante el vuelo rasante de las palomas o mover los brazos para ahuyentar a las gaviotas tiene efectos indudables en la forma física de la población andante. Sin embargo, las ratas pueden causar síndrome pulmonar por hantavirus, leptospirosis, coriomeningitis linfocítica, peste y tifus. Las cucarachas pueden provocar salmonelosis, hepatitis infecciosa, la lepra, la peste, la disentería, diarrea infantil, gastroenteritis y fiebres entéricas o tifoideas. Los mosquitos transmiten los virus del dengue, el chikungunya y el zika. Y las aves de Barcelona en su conjunto y por abreviar son embajadoras de la salmonela, de la psitacosis, la alveolitis alérgica y de la histoplasmosis, entre otros males. Y todo ello gracias a sus heces y a los desvelos municipales en pro del animalismo y las siete plagas: ratas, cucarachas, mosquitos, palomas, gaviotas, cotorras y jabalíes. Pero sólo son las que se aprecian a simple vista.

Eso sí, a Barcelona le quitas la inseguridad, la suciedad, el incivismo, el tráfico, los riesgos de moverse a pie o en transporte público, los desvaríos urbanísticos, la posibilidad de contraer cualquier enfermedad tropical y las peleas de gaviotas por los despojos de una paloma en medio de un parque infantil y queda una ciudad la mar de apañada. No son pocos los expertos que aseguran que Colau tiene muchas posibilidades de reeditar el cargo.

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