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Pablo Planas

¿Se puede ser más chula?

Borràs, que está a la espera de la fecha de su juicio por corrupción, va a presidir este viernes una cumbre contra la corrupción en el 'Parlament'.

Borràs, que está a la espera de la fecha de su juicio por corrupción, va a presidir este viernes una cumbre contra la corrupción en el 'Parlament'.
Laura Borrás posa como si fuera una estrella de Hollywood para una entrevista con la agencia EFE. | EFE

Esa especialidad del género bizarro que es la política catalana tiene a gala ser una fecunda cantera de personajes extraordinarios, raros, extraños, idos y alternativos, un filón de egos mayúsculos con severas dificultades para conectar con la realidad. Es tradición. Pompeyo Gener, alias Peius, (mediados del siglo XIX-1920) sostenía la existencia de una raza catalana superior y decía que "cada catalán tiene un rey en el cuerpo". Francesc Pujols (1882-1962) estaba convencido de que llegaría un día en el que los catalanes lo tendrían todo pagado en todo el mundo sólo por ser catalanes. Hay incontables ejemplos de supremacismo catalanista edulcorados con vagas justificaciones surrealistas y modernistas.

Jordi Pujol logró inducir en propios y extraños la ilusa idea que era una especie de cartujo mientras su esposa e hijos amasaban una inmensa fortuna con la mera invocación al jefe de la trama que presidía la Generalidad (uno de esos inventos que el catalanismo vende no sin éxito como una especie de versión original de la tabla redonda del rey Arturo). Aún hoy el patriarca del separatismo catalán es reverenciado en los medios a pesar de haber confesado que era un evasor fiscal.

Artur Mas engañó a casi todo el mundo con la especie de que era un brillante gestor pero lo cierto es que no sabe ni atarse los zapatos sin ayuda. Carles Puigdemont rizó el rizo al presentarse ante la población de Cataluña como un auténtico titán para fugarse en el maletero de un coche después de haber provocado la mayor estampida de empresas y capitales de la historia con su declaración de independencia. Hay empresarios arruinados que le votan porque la propaganda no les deja ver que la culpa de lo suyo fue del Pastelero Loco, que es como llaman sus íntimos al prófugo. Luego llegó Torra, otro caso digno de estudio clínico, sujeto que escribió que el idioma español era el propio de las "bestias".

El último hallazgo de la política catalana es Laura Borràs, que comenzó en política haciéndole la pelota a la vieja guardia de Pujol (Lluís Prenafeta, Joan Guitart, Francesc Sanuy y Andreu Gispert, entre otros, aplaudían con entusiasmo las irrupciones de Borràs en su reservado del añorado restaurante Lázaro de la barcelonesa calle Aribau). Tras hacer carrera en la dirección de la Institución de las Letras Catalanas (ILC), logró Borràs convertirse en diputada del Parlamento catalán y poco después en consejera de Cultura del antedicho Torra. De ahí saltó a diputada en Madrid y luego volvió a Cataluña como gran esperanza del puigdemontismo para retener la presidencia de la Generalidad, pero se tuvo que conformar con la presidencia del parlamento regional.

Entre tanto, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) instruyó un proceso en el que se le acusa de los delitos de prevaricación, malversación, fraude y falsedad durante su etapa al frente de la ILC. Una investigación de los Mossos a un narcotraficante y falsificador de dinero alumbró una nueva vía. Resulta que el individuo investigado era amigo de Borràs y facturaba a la ILC a base de contratos fraccionados y tras abundante correspondencia con su colega Borràs para dilucidar los métodos más eficaces para sortear los controles contables de la administración.

Ni siquiera Puigdemont ha salido en su defensa, pero Borràs se aferra al cargo. Hay un punto del reglamento de la cámara que preside que le obliga a dimitir, pero ella se lo pasa por el forro. La gente que desprecia la Constitución no se va a cortar por el reglamento de un parlamento, y menos por el suyo. Y es que en realidad no sabemos de quién estamos hablando. Borràs, que está a la espera de la fecha de su juicio por corrupción, va a presidir este mismo viernes una cumbre contra la corrupción en la cámara catalana organizada por el ignoto "Observatori Ciutadà contra la Corrupció". ¿Se puede ser más chula?

Borràs no niega los hechos. Recurre a la línea defensiva del clan Pujol. Dice que es inocente y que si no fuera una dirigente independentista el caso no habría llegado tan lejos. Se investigan 18 contratos menores por un monto superior a los 300.000 euros concedidos por Borràs al amigo informático condenado por narcotráfico y falsificación de dinero. Su versión es que la Institución Catalana de las Letras pegó un gigantesco salto digital que le hizo entrar en el siglo XXI en materia de difusión de la literatura catalana bajo su mandato.

Esta señora es la misma que optó por ser funcionaria del Estado en vez de la Generalidad cuando obtuvo la plaza de profesora titular de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Barcelona. El feliz acontecimiento coincidió con su nombramiento como presidenta del Parlament, cargo al que accedió tras encendidas soflamas y estremecedoras denuncias contra el mismo Estado opresor en cuya administración se acababa de enrolar sin reparos.

La doña se niega a dimitir de presidenta del parlamento autonómico de Cataluña, el primer órgano democrático de la historia según la historiografía catalanista, una institución anterior incluso a las pinturas de Altamira. Alega que tiene que defender la "dignidad" de la "institución" donde se gestó el segundo golpe de Estado de la historia de la democracia en España. Así se entiende mucho mejor que la dignidad del cargo consista en cortar la Meridiana de Barcelona, visitar al delincuente Pablo Hásel en la cárcel, pisotear a la oposición en la cámara de los horrores y presidir uno de los partidos golpistas legales en España, el del prófugo Puigdemont.

El proceso de decantación del pujolismo ha sido lento. Primero salió Oriol Pujol, el político hijo del padrino, pero sus corruptelas con las estaciones de la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) dieron con sus huesos en la cárcel durante dos meses. El hombre confesó para que no fuera a la trena su esposa, una sobrina de Pasqual Maragall. Condenado a dos años y medio, cumplió 65 días gracias a un informe de la Secretaría de Medidas Penales de la Consejería de Justicia de la Generalidad de Cataluña favorable al tercer grado. Luego Mas, el "consigliere", un auténtico inútil que tenía cautivada a Marta Ferrusola por su acentuado prognatismo. Fue el que activó el botón del "Procés". El siguiente fue Puigdemont, el famoso fugitivo. Luego Torra.

Tanta degeneración ha propiciado que Pere Aragonès, alias Cigronet (Garbancito), pudiera arrebatar la Generalidad a los convergentes en nombre de ERC. No obstante, cuidado con Borràs. Ella es la última heredera de Jordi Pujol, un hombre de 92 años que niega ser un corrupto para acto seguido añadir que sólo pondría la mano en el fuego por la mayoría de su familia. Puede que el TSJC se lleve a Borràs por delante con el aplauso de ERC, la CUP y esa ínfima parte del separatismo callejero que la considera una jeta y una aprovechada. Que se la compare con Pujol le parece un elogio. Lo que venga después será aún más descerebrado, disruptivo y peligroso.

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