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La Moponga

La Moponga conoce bien esta tradición socialista. Sabe que, cuanto más ha estado el PSOE contra las cuerdas, más han presumido de sus delitos.

La Moponga conoce bien esta tradición socialista. Sabe que, cuanto más ha estado el PSOE contra las cuerdas, más han presumido de sus delitos.
María Jesús Montero. EFE/ Mariscal | EFE

Gesticula como Rocío Jurado cantando. Si te pones cerca, igual te saca un ojo. Si le quitas el volumen a cualquiera de sus vídeos, siempre parece que está en el clímax de Como una ola, y si lo subes, es Antonio Ozores en ¡No, hija, no! La semana pasada escribí en estas páginas sobre los insultos, defendiendo que la izquierda ha perdido la gracia del insulto. La ministra ha recogido el guante y ha tirado de esa creatividad tan suya para intentarlo de nuevo, y el resultado ha sido como someterse a una operación de fimosis a manos de un orangután borracho.

Dice Chiqui Montero, con esa gracia que Dios le arrebató para dársela a todos los demás andaluces, que ella a Feijóo le llama el "Señor Mopongo". Aclara a continuación, festival del humor, que "no es que venga de África", sino que, síganme de cerca aquí, le llama así porque "se opone". ¿Lo pillan? Le llama Mopongo porque se opone. Brillante. Esta mujer tiene tanto arte dentro, tanta simpatía, que le pasa como a La Paca de Martes y Trece, aquella a la que Josema Yuste caracterizado como Lauren Postigo le decía aquello de "tu eres un monstruo, Paca, tu haces una gira por Soria y te forras. ¡Te forras!".

Es de todos sabido que a la ministra no le gusta mucho trabajar. A su equipo tampoco. De ahí que, entre improvisaciones truculentas y anotaciones perezosas, haya proseguido su particular monólogo recurriendo al originalísimo recuerdo de la foto de Feijóo en un barco junto a Marcial Dorado, quien por cierto relató no hace mucho que un ministro de Zapatero intentó que "echara basura" sobre Feijóo para que el PSOE pudiera tomar el poder en Galicia. Como no lo hizo, La Moponga, experta en desperdicios, se encarga ahora de intentarlo sin mucho éxito.

Lo único cierto es que Feijóo no salió abrazado a Dorado, ni mucho menos pidió su indulto, cosa que sí hace La Moponga con su Griñán, y sin barco ni nada; lástima que hayan demolido el puticlub de la Junta de Chaves, porque a falta de barco, bueno sería Don Angelo como escenario del abrazo post indulto.

Algo en toda esta historia del clamor socialista por la inocencia infinita de Griñán me recuerda a 1998, al corro de la cúpula del PSOE, encabezada por el expresidente González, en la puerta de la cárcel de Guadalajara, abrazando emocionados al exministro de Interior José Barrionuevo y el exsecretario de Estado Rafael Vera, condenados por el secuestro de Segundo Marey y por financiar acciones terroristas con fondos del Ministerio de Interior. El abrazo de González del 10 de septiembre a las 19:27 era sincero. A las 19:28, el presidente socialista regresó a casa tan contento, y Vera y Barrionuevo cruzaron el umbral del talego. No era un abrazo cualquiera, era un González agradecido reencarnado en José Mota: "Si ya entras tú, ¿para qué voy a entrar yo? Entrar para nada es tontería". Gritaban entonces siete mil socialistas en la puerta de la cárcel algo que era, a todas luces, una trola: "¡Inocentes, inocentes!". Fueron más tarde indultados, sí, pero lo único que era evidente que no eran Barrionuevo y Vera es "inocentes".

La Moponga conoce bien esta tradición socialista. Sabe que, cuanto más ha estado el PSOE contra las cuerdas, más han presumido de sus delitos, más han protegido a sus corruptos, y más han ido a la guerra sucia contra la oposición. Por eso La Moponga, buena conocedora de las cloacas socialistas, ha tomado la delantera en esta dirección de oponerse a la oposición con dientes, dientes, que es lo que les jode.

Tal vez alguien debería recordarle a La Moponga que lo de Felipe y Guerra, que puede sintetizarse en aquel vídeo electoral del 96 en el que identificaban a la derecha con un violento dóberman, no salió bien. Perdieron. Y perderán. Pero si hasta Alfredo Urdaci pudo reconvertirse en una estrella de El Club de la Comedia, la monologuista en ciernes La Moponga puede estar tranquila, que no pasará hambre cuando al fin Sánchez y su tropa sean extirpados de la política.

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