
El Atlético de Madrid está harto y con razón de todo lo que está ocurriendo últimamente a nivel arbitral con decisiones que, en mi opinión, son propias de una película de parodias. Vivimos en el ‘Arbitra como puedas’ del fútbol español con escenas caóticas y surrealistas cada fin de semana. No hay ni un solo viernes, sábado o domingo en el que un señor vestido de negro o amarillo no líe la mundial acompañado de sus amigos del VAR por decisiones que no tienen ningún sentido. Lo sufrimos en España y lo comentan incluso en el extranjero. Somos una parodia arbitral nacional e internacional.
Al Atlético le cornearon bien corneado ayer en San Sebastián. Las cosas como son. Los de siempre contarán que fue la táctica del Cholo, que no atacó, mentalidad conservadora, se echó para atrás... 16 tiros, 7 de ellos a puerta. No vendáis milongas. Se atacó, se marcó y Remiro salvó a la Real Sociedad, pero superar arbitrajes como el de ayer del señor Soto Grado es muy complicado. Fue escandaloso y hay que decirlo, porque otros lo dicen. Quizá con mensajes que no se publican y que trasladan soldados rasos o con llamadas directas que se desconocen, pero existen. El Atlético, por su parte, fue de cara. Tomás Reñones agarró el escudo y la espada que otros no se atreven a coger y defendió lo suyo y a los suyos con educación y contundencia. Tomás, eterno capitán.
El Atlético tiene que defenderse de esa mano que mece la cuna del fútbol español. Una mano que ayer pitó la de Joao Félix antes del 0-2 de Morata y se olvidó de que las de Sadiq, por mucho que a los comentaristas les volviese loco que marcase, también son pitables. Porque fue escandaloso. Lo fue que no pitaran la mano o brazo de Sadiq al igual que fue desesperante que Soto Grado se olvidase de que agarrar y patear a los jugadores del Atlético de Madrid es ilegal. Morata ayer estuvo jugando al rugby con los defensores. Joao Félix, que no tiene campañas mediáticas de defensa de sus tobillos, fue acribillado. ¿A qué estamos jugando señores colegiados? Una mano pitada y otra no. Un agarrón a Morata cuando se iba solo y era último defensor. No dar la ley de la ventaja en una jugada que acaba en gol. ¿Qué escándalo es este? Pues uno que hay que denunciar, porque si el Atlético no se defiende, nadie va a sacar la cara por el club.
Esta generación arbitral lleva presumiendo de ser los mejores varios años. Antes y ahora con Medina Cantalejo. Medina, por cierto, capaz de pedir respeto para su gremio a la vez que suelta un "queremos respeto, joder", como el que se enfada en la barra de un bar con sus colegas de cartas. Ellos dicen que son muy buenos. Ok. Pues yo digo que son muy malos. Y mi opinión no se va a rearbitrar, lo siento. Ni la mía ni la del 90% de aficionados, entrenadores y futbolistas, los cuales por cierto están hartos de que les expliquen unos criterios con una sonrisa fuera del campo y luego dentro les miren de forma chulesca y apliquen el reglamento de un libro llamado "Aquí mi fusil, aquí mi pistola y aplico la norma como a mi me mola". Como diría Carlos Sainz, "Stop inventing".
Cuando te desvalijan hay que poner una denuncia y el Atlético lo hizo ayer a través de Tomás Reñones y también con unos jugadores que en todas sus fotografías en redes sociales mostraron los combates que tuvieron en el campo. Llorente subió una foto siendo agarrado. Morata, también. Joao publicó las declaraciones de Tomás. Lo veo lógico, sinceramente. Aquí el que no llora, no mama y basta ya de poner la otro mejilla, porque cuando ocurre al revés, al Atlético le acribillan a balazos los soldados que antes he mencionado. ¿Un ejemplo reciente? No me voy lejos. Me voy a la pretemporada. Ante el Cádiz en el Carranza, el Atlético ganó por 0-4 y uno de los goles fue por una mano de Saúl. Revisen por dónde fueron algunos análisis del partido el día después. Más por esa mano y el "polémico triunfo" del Atlético que por el soberano repaso que dio el equipo de Simeone en dicho torneo. Así funciona esto. Nos conocemos todos. Por lo tanto, cuando te tocan los "Reñones" más de la cuenta, hay que defenderse. Muy bien Tomás.
