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Pablo Planas

"Cordialidad lingüística"

Salidas como la del "catalanismo constitucionalista", la "cordialidad lingüística" o los guiños al PNV son expresiones de la vieja escuela del PP.

Todas las encuestas, salvo la del CIS, predicen el triunfo en las próximas elecciones generales de Alberto Núñez Feijóo y es probable que en el PP crean que lo único que tienen que hacer es sentarse en las escaleras del portal a esperar que por ahí pase el cadáver político de Pedro Sánchez. Pero a falta de más de un año para tales comicios, los sondeos son un espejismo.

El deterioro de la situación económica, las recetas populistas de Sánchez y el ínfimo nivel de su gabinete explican las proyecciones demoscópicas favorables al último líder del PP, no su trayectoria, irrupción y propuestas. De hecho y hasta el presente, Feijóo es una incógnita, si bien en acusada deriva marianista.

Salidas como la del "catalanismo constitucionalista", la "cordialidad lingüística" o los guiños al PNV son expresiones de la vieja escuela del PP que compadreaba con Arzalluz y con Pujol. Hay que reconocer la habilidad de Feijóo para las ocurrencias. Eso del "catalanismo constitucionalista" es un hallazgo del humor de lo absurdo. Cinco años después del golpe de Estado, diez desde el comienzo del "Procés" y más de cuarenta del "Programa 2000" (el plan del pujolismo para desespañolizar Cataluña), que Feijóo aluda al unicornio blanco del "catalanismo constitucionalista" resulta verdaderamente inaudito.

Lo mismo ocurre con la última aportación de Feijóo, esa "cordialidad lingüística" con la que el líder del PP llamado a gobernar España ha despachado la manifestación de este pasado domingo en Barcelona con el lema "Español, lengua vehicular" en la enseñanza. La "cordialidad lingüística", a falta de concreciones, debe ser una suerte de beatífica y pacífica convivencia de las lenguas, la amabilidad en el trato, la urbanidad, el ejercicio de un simétrico bilingüismo por parte de las administraciones autonómicas apeladas, el respeto por los derechos de todos los niños, incluidos los que tienen como idioma materno el español, y que no se discrimine a los castellanohablantes en Cataluña, la Comunidad Valenciana, Baleares, Galicia o el País Vasco.

Puede que la salida de la "cordialidad lingüística" le baste a Feijóo para orillar la cuestión, una especie de "pasapalabra" en relación a esa anormalidad democrática que es la llamada "escola catalana". Debería tener en consideración algunos datos. Por ejemplo, que la mayoría de los directores de los centros públicos cedió las llaves de los colegios al gobierno de la Generalidad para que fueran utilizados en el referéndum ilegal del golpe de Estado. Y lo hicieron de tal grado que hasta se retrataron con Puigdemont y la consejera del ramo en el palacio de la Generalidad en un enfervorizado acto de afirmación independentista.

Nada más ser nombrado, el actual consejero de Enseñanza, Josep Gonzàlez-Cambray (ERC), envió una carta a los profesores en la que se dirigía a ellos en los siguientes términos: "Sois los protagonistas de los cambios que nos deparará la nueva Generalidad republicana". Poco después dijo que la escuela en Cataluña debía ser "verde, feminista, social y en catalán". No se cortan. De la misma manera que eran capaces de jactarse de sus planes antes del golpe lo hacen ahora en relación a la enseñanza en Cataluña.

La "escola catalana" se funda en el adoctrinamiento separatista y la enseñanza en español es contraria a la hispanofobia. La "cordialidad lingüística" en ese contexto es complicidad con el "apartheid" lingüístico, es ratificar que los ciudadanos españoles cuya lengua materna o primera lengua es el español son ciudadanos de segunda en todos los aspectos y a todos los niveles administrativos en ciudades como Gerona, Bilbao, La Coruña o Palma de Mallorca, entre otras.

La "cordialidad lingüística" de Feijóo ha sido interpretada por los medios "catalanistas" como un gesto nada desdeñable y aparejado a su ausencia en la manifestación por los derechos civiles de los castellanohablantes de Cataluña, un guiño al "catalanismo" para más señas "transversal". Feijóo empieza a convencerles. Dicen que parece un representante de la derecha Le Figaro, alguien agasajado en el Círculo de Economía, aceptable en el Círculo Ecuestre e invitado en el Círculo del Liceo.

Si Feijóo llega a presidente del Gobierno será por la catástrofe económica agudizada por el Gobierno de las cartillas de racionamiento, no porque además de recetas económicas se proponga velar por la protección de los derechos civiles de los españoles en buena parte de la España vaciada de libertad, de su lengua y de la democracia.

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