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EDITORIAL

Ante la cordialidad con el separatismo de Feijóo

No hay nada en la propuesta parlamentaria de Vox que no merezca el apoyo firme de los defensores de los valores democráticos y constitucionales.

Tras el voto negativo del PP en Congreso, con la honrosa excepción de Álvarez de Toledo, a una propuesta de Vox para que se aplique la ley y se cumpla la Constitución en materia lingüística en Cataluña, se infiere que el "bilingüismo cordial" que propugna Alberto Núñez Feijóo significa el mantenimiento de todas las políticas nacionalistas que convierten a los castellanohablantes en ciudadanos de segunda, privados de algunos de sus más básicos derechos en su propio país.

Feijóo se negó a asistir a la manifestación celebrada en Barcelona en favor de que el español sea lengua vehicular en la enseñanza y en su representación mandó a Cuca Gamarra, quien despachó el asunto con unas declaraciones superficiales y reveladoras de que la grave situación, y no solo lingüística, en esa región no forma parte de las prioridades del PP. Nada nuevo.

Uno de los rasgos más acusados de la formación conservadora es su propensión a contemporizar con los nacionalistas y tanto la ausencia del líder del PP en la inexcusable cita de Barcelona para defender los derechos civiles de la ciudadanía como sus declaraciones en favor de la "cordialidad" lingüística son un guiño a quienes practican el "apartheid" lingüístico, no a quienes lo sufren.

La propuesta de Vox, a la que sí se sumó el grupo de Ciudadanos, sólo pide que en España se respete el idioma español, que en Cataluña se apliquen las sentencias o que, en caso contrario, el Estado intervenga como lo hizo tras la asonada separatista de octubre de 2017. Para eso está el artículo 155 de la Constitución, cuando de forma sistemática se pisotean los preceptos constitucionales sobre la enseñanza y el uso de la lengua española, y con ello los derechos de los ciudadanos.

No hay nada en la propuesta parlamentaria de Vox que no merezca el apoyo firme de los defensores de la Nación y de los valores democráticos y constitucionales. Que el PP no se haya sumado a la iniciativa es un grave error que confirma los peores augurios sobre la percepción que tiene de España Feijóo y sobre su política territorial.

De hecho, que postergue la reunión con el líder de Vox, Santiago Abascal, mientras solicita sumiso ser recibido por el dirigente del PNV Andoni Ortúzar expresa con toda crudeza las preferencias de Feijóo y a quiénes pretende de socios en un eventual Gobierno de su presidencia. El sustituto de Casado ha asumido por completo la retórica de la izquierda contra Vox y comulga punto por punto con la consigna de no pactar con ese partido y echarse en los brazos de separatistas vascos y catalanes, tal como se encargan de vocear sus peones.

Vox nació por los defectos del PP, por sus complejos y su tendencia a ignorar los problemas de España y a congraciarse con quienes aspiran sin disimulo a destruirla. La cuestión lingüística en Cataluña es un ejemplo que también explica el auge en su momento de Ciudadanos. Las sucesivas direcciones del PP no han aprendido de sus errores, por lo que el partido de Abascal se antoja más necesario que nunca para dar cabida a los votantes del PP que no quieran contribuir al mantenimiento de las políticas contra España y aspiren a una verdadera alternativa, que entre otras cosas acabe con los desmanes de los gobiernos de las comunidades autónomas donde además del español hay una lengua regional oficial.

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