
Mister Chance, aquel pobre idiota de la novela de Jerzy Kosinski al que todos acabaríamos poniéndole la cara Peter Sellers, era un jardinero analfabeto y próximo al retraso mental que había pasado la mayor parte de su vida viendo la television en soledad. Y así, muy atento a la pantalla y aferrado al mando a distancia, hubiera acabado sus días de no haber sido por un azar luctuoso: la muerte de su patrón, el dueño del jardín y también del receptor. Forzado entonces a adentrarse en un mundo, el real, completamente desconocido para él, Chance, un perfecto lerdo, terminará codeándose con la élite mundial gracias a sus frases monotemáticas sobre el cuidado óptimo de las plantas y las flores en los jardines, simplezas de bobo que sus interlocutores tomaban por elevadas metáforas existenciales preñadas de enorme carga clarividente.
Kosinski, es sabido, se suicidó después de escribir la novela, por lo que no tuvo tiempo de publicar una segunda parte, ambientada ya en nuestro siglo, en la que Chance habría ganado unas primarias y, con toda seguridad, llegado después a presidente de cualquier sitio entre grandes elogios en las redes sociales del lugar. Viene todo eso a cuento porque el jefe de la política exterior europea, Josep Borrell, acaba de decir en un discurso solemne ante la primera promoción de graduados de la Academia Diplomática Europea, que no acodado en la barra de un bar de la Pobla de Segur, que "Europa es un jardín y la mayor parte del resto del mundo es una jungla, y la jungla podría apoderarse del jardín".
Entenderá el lector lo difícil que resulta para el columnista no sacar a colación al necio de Chance cuando Borrell le pone las bolas como dicen que se las colocaban a Fernando VII. Pero Borrell no es ni un tonto ni una reencarnación del famoso jardinero. Esa metáfora guerrera, la del jardín y la selva, no procede de novela alguna, sino de un ensayo de Robert Kagan, uno de los geoestrategas neocon que asesoran a los halcones del Pentágono desde antes de lo de Irak. Y hay mucha intención política detrás de esa frase. Nadie se ha dado cuenta todavía, pero la socialdemocracia europea, con Borrell, Scholz y Sánchez a la cabeza, se está convirtiendo en la luz de Trento de la OTAN.
