Menú

Cosas comunistas

Es la cuarta vez que el régimen comunista hace pruebas espaciales sin la menor seguridad.

Es la cuarta vez que el régimen comunista hace pruebas espaciales sin la menor seguridad.
Xi Jinping | Twitter

Xi Jimping es como ese vecino que tira las bolsas de basura al patio interior. Un día lanza un virus mortal, otro día un cacharro de 23 toneladas que viaja a más de 20.000 kilómetros por hora en situación de impacto inminente contra cualquier lugar del planeta, como si fuera un saque de honor de Almeida. Su desprecio por la vida humana, premisa del comunismo, por supuesto, no se limita solo a la vida humana de los pobres chinos. En menos de tres años, es la cuarta vez que el régimen comunista hace pruebas espaciales sin la menor seguridad, que culminan con el impacto contra la Tierra de algún trozo fuera de control de sus Long March 5B. ¿Alguien ha condenado este nuevo atentado? La NASA, y tímidamente. Nadie más. Biden ha escuchado el impacto, ha sonreído ausente mirando al cielo, y ha negado con la cabeza diciendo: "ya está el pequeño Hunter jugando con petardos otra vez".

Si el cohete hubiera caído antes, o media hora más tarde, habría impactado con sus casi veinte metros de longitud contra cualquier ciudad española, causando un número imprevisible de víctimas. Por decirlo en un idioma que el Gobierno pueda entender: un número indefinido de contribuyentes dejarían de contribuir. Pero esto no se produce porque la carrera espacial y el progreso de la ciencia exijan asumir este tipo de riesgos, sino porque el régimen comunista ha renunciado a dotar a sus cohetes de sistemas de retorno controlado, como sí hacen los países normales, ya sabes, los que no liberan un coronavirus en un laboratorio de Wuhan y dicen a la OMS que alguien se ha comido un pangolín en Guangxi.

Y aún hay algo peor: tal y como ha denunciado la agencia americana, los chinos, una vez más, se han negado a proporcionar información de "trayectoria específica que se necesita para predecir las zonas de aterrizaje y reducir el riesgo". O sea que antes de que el cohete te aplaste la cabeza, ni siquiera te dan tiempo para despedirte de la familia. Como a Hu Jintao.

China es un gigante enloquecido sediento de sangre, empeñado en sabotear a Occidente cada día. Como señaló Andrew Follet, es posible que tengan planes inteligentes para conquistar el espacio, pero primero deberían aprender a lanzar cohetes sin esparcir escombros por la tierra. Si los Estados Unidos tuvieran un presidente de carne y hueso y no uno de madera articulada y serrín, ejercerían el necesario liderazgo para tratar de frenar la pandemia de terror del PPCh. Si la Unión Europea sirviera para algo más que para retirar las pajitas de plástico de las cafeterías, ejercería también el necesario liderazgo para responder a la constante amenaza china. Si a la legión de activistas climáticos les preocupara lo más mínimo el planeta, alzarían la voz contra un país que, no solo lo contamina, sino que lo rompe a cohetazos. Vaticino que la creciente connivencia de la izquierda con los excesos de los comunistas, a costa incluso de la propia seguridad, y su distanciamiento de la vida real de los ciudadanos, catapultará a la derecha, más pronto que tarde, en Estados Unidos y en toda la UE.

Y luego está lo del Gobierno de España, que ha tratado la crisis espacial que ha puesto en emergencia a toda la nación como si se tratara de una inclemencia meteorológica, con la única diferencia de que después de todo no ha salido un ministro con cara de haber sorbido un limón diciendo que esto pasa por el cambio climático y que hay que poner otro impuesto a los plásticos. Entre inventarse que son capaces de frenar al monstruo mitológico del calentamiento global e impedir que te rompa los dientes un tornillo de Xi Jimping, sin duda están a lo que les importa a los ciudadanos: al calentamiento global. Enhorabuena a los ortodoncistas.

Gracias al Apóstol Santiago, a Santo de Domingo de Guzmán, a la Esperanza Macarena, y a la Virgen del Pilar, el cohete chino ha terminado rompiéndole el espinazo a una ballena en el Pacífico y no abriendo otro socavón en el Camp Nou. No escucharás esta vez a los activistas verdes rezar un responso por la bisnieta de Moby Dick. Y mañana, como si nada, volveremos a levantarnos oteando el cielo, pensando qué guarrería habrá arrojado esta vez Xi Jimping sobre nuestras cabezas. Porque son chiquilladas, menudencias, cosas comunistas.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Alta Rentabilidad