
Me apunto cautelarmente a la tesis de la cortina de humo: gracias al desastre sin paliativos de Irene Montero no se habla del escándalo mayúsculo en torno al delito de sedición, que se volatiliza del Código Penal para convertir el golpe de Estado de octubre del 17 en nuevo régimen y, de momento, para que Oriol Junqueras sea candidato por ERC… en coalición con el PSOE.
Lo más probable es que la razón del escándalo de la Ley Montero sea de limitación intelectual, lo que no exculpa en absoluto a nadie del Gobierno; ni a los que conociendo informes en contra los escondieron ni a los que siguen sin saber nada de nada pero ahí están, empoderados y cobrando. En el caso de la sedición, por el contrario, hay una planificación milimétrica, es decir, una calculadísima premeditación. Todo esto no hace sino añadir peligrosidad al momento que estamos viviendo. Digamos, figuradamente, que el criminal tapa un crimen con otro y en un escenario distinto para despistar a la policía, ganar tiempo para huir y seguir delinquiendo.
Pedro Sánchez, inepto en la gestión pero experto en agitación, sabe usar en su favor los fracasos de su propio Gobierno aprovechando que casi todo el mundo asume —hasta el PP lo hace— que una cosa es Podemos y otra el PSOE y que dentro del PSOE hay barrios y barrios. Ahora a Sánchez le urge más trabajarse a ERC porque con los morados todavía puede esperar a que acabe la guerra interna entre Yolanda Díaz y el reciclado Pablo Iglesias, que ya ha tomado nota de la defensa que el presidente ha hecho de la chapuza legal de su pareja, binomio, complemento o coadyuvante. En mi opinión hay cortina, otra cosa es su espesor y lo que pueda tardar en disiparse.
Si Irene Montero culpa e insulta a los jueces, Sánchez los compra o lo intenta, porque los hay que se dejan. No es peor o mejor lo uno que lo otro. Sencillamente forma parte de lo que la izquierda propone, la antítesis de la democracia, el asalto a la Justicia para que deje de serlo. Y eso sí es un proyecto personal de Sánchez
A nadie se le oculta que detrás de los insultos de la ministra (habituales, por cierto) hay mucho más que impotencia o pataleta pueril: es un odio visceral al sistema, al régimen del 78 que hizo innecesaria a gente de su condición. Si por ella fuera… ya dijo, por poner algún ejemplo, aquello de "Felipe no serás Rey, que vienen nuestros recortes y serán con guillotina". Por aquellas épocas mostraba también su sincera devoción por Fidel Castro y Hugo Chávez, quizá sin haber leído siquiera una solapa sobre ellos, que con gritar "¡carajo!" ya pareces del clan. El caso es que para esta izquierda del siglo XXI la Justicia es un despojo, una incómoda carga que ralentiza el ritmo de su revolución. Pero Felipe fue Rey y lo sigue siendo. Sin embargo, se comenta que la ministra…
Es triste esperar la dimisión o destitución de alguien que jamás debió llegar a cargo público alguno por su nula preparación. Su revolución, más allá de la uni y de un trabajo temporal tan digno como breve y alejado de la cosa pública, se ha quedado en decir niñes, en que la denominación oficial del partido sea en femenino y en sacar dos leyes imposibles que no responden a razonamiento jurídico alguno y que vienen a empeorar el problema para el que supuestamente fueron elaboradas. Aunque su verdadero éxito es otro: llegar, sin capacidad alguna, a ministra de una democracia —en una dictadura sí da el perfil— y consolidar los pilares del comunismo burgués: puño en alto en la tumbona de su piscina, gritando consignas, pero a los criados y cosida siempre a una interminable sombra, machista de verdad, encorvada y aún con coleta. Irene es ministra por capricho, no por mérito. Debe ser destituida de inmediato pero eso perjudicaría los juegos de manos de Sánchez, que prefiere cordialidad con el macho alfa en el destierro. Así que, a no ser que le asome la vergüenza a la propia ministra, se quedará.
"¡Irene quédate!", vitorean, de hecho, desde el trullo los pederastas, violadores, maltratadores y todos aquellos a los que la ministra sin experiencia decía combatir. Y ella insiste todavía en alertar, con acompasados gritos adolescentes, sobre las depravadas mentes que ven una apología de la pederastia en eso de que les niñes practiquen sexo en libertad siempre que sea consentido. ¿Consentido a quién? Algo similar sucede con el cambio de sexo o el aborto sin conocimiento de los padres ni orientación profesional. Estos niños de la paidocracia de Irene deberían poder votar a los 12 años, en plena madurez. Y a los 15, gobernar. Con Irene Campanilla y Peter Pan en Nunca Jamás.
Al coro de los depredadores sexuales que desean que Irene siga legislando contra ellos se une el de los golpistas y etarras que ven en el gabinete Sánchez el chollo del siglo, la caída de las rejas, el derrumbe de los muros. Lo cierto es que les merece la pena dar el apoyo parlamentario que pida. Sale muy rentable y a muy corto plazo.
Por listo o por tonto, y habitualmente por siniestro y mafioso, este Gobierno presidido por Pedro Sánchez es incompatible con la Justicia y allí donde va los delincuentes salen a la calle, la ley se retuerce en privilegio y el orden desaparece. Por resumirlo: terroristas, golpistas, violadores y maltratadores son los mayores beneficiarios del gobierno Sánchez. Si les suena facha estamos en lo cierto.
Hablan los jueces
Ante tanto ataque, insulto y falta de respeto institucional los jueces han hablado con una sola voz, salvando los matices habituales y algunas justificaciones absurdas sobre la perspectiva de género, en una inédita estampa de indignación coral. El caso es que ha habido que insultarlos. Porque parece que solo ante el insulto ponen en marcha la vietnamita para imprimir comunicados a destajo y defender su honorabilidad. Hasta los "Jueces y juezas para la Democracia", que han necesitado el doble de papel —reciclado— por lo del lenguaje inclusivo, han puesto el grito en el mismo cielo, allí donde iba a estar Podemos en pose conquistadora. Menuda tribu.
Ya que se ponen unánimes y levantan la barbilla, que aprovechen para decirle al jefe de Irene, al presidente del Gobierno, que lo de jugar con la Justicia en el CGPJ como si fuera un jardincito privado también es un insulto, además de un delito, pero contra todos los ciudadanos, también los que no llevamos toga. Pues ahí siguen algunos, como en la berrea, a ver qué político se presta. Que me perdonen los jueces y fiscales honrados de siempre y bienvenida sea esta oleada crítica contra una Ley que todavía no sé cómo ha llegado a serlo… ¡qué mal están los mecanismos protectores de nuestra democracia!
La oposición no arranca
Así las cosas, ¿le falta acaso algún detalle al PP para dejar de buscar la comprensión o la complicidad en no sé qué profundísima capa del socialismo? Si no llega a ser por el escándalo sobre el delito de sedición quizá ya estarían repartidas las togas por equipos, como se hace con los petos de colores chillones en los entrenamientos de fútbol. Los populares no han abandonado la mesa por convicción sino por una traición durante la partida pero, seamos positivos, no hay mal que por bien no venga si se usara esta segunda oportunidad de una vez.
Como pista de lo que debe hacer una oposición en plena oleada liberticida de la izquierda véase a una jovencísima diputada regional de Madrid llamada Elisa Vigil. Es la mejor receta —cada uno tendrá su estilo, lo que cuenta es la claridad de pensamiento— contra los novatos totalitarios, por lo general indocumentados y mucho más veloces que el conocimiento que les persigue.
Nos hemos tragado todo el veneno que ha necesitado Pedro Sánchez para gobernar, porque él solito, ahí donde le ven, con sus andares y sus muecas, no es capaz. El daño al sistema es ya muy grave y la oposición —PP, Vox y Ciudadanos por pequeño que sea— y los jueces tienen el deber de defender la democracia con las herramientas disponibles, que son muchas. Sobran complejos, envidias, cálculos y mucha tontería.
