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Marcel Gascón Barberá

El PP, Bolivia, Brasil y Vox

Vox se ha convertido en referencia moral española en América gracias a su claridad y su tesón.

Vox se ha convertido en referencia moral española en América gracias a su claridad y su tesón.
Santiago Abascal recibe a Carolina Ribera Yáñez, hija de la presa política de Bolivia, Yanine Yáñez. | Vox

Bolivia es, posiblemente, el país más desconocido en España de lo que en el universo Vox llaman la Iberosfera. A finales de 2022, a raíz de la detención del gobernador opositor de Santa Cruz Luis Fernando Camacho a manos de las fuerzas del régimen, busqué información sobre lo que ha ocurrido en los últimos años allí. Apenas existen especialistas en Bolivia citados por los medios internacionales. No hay informes completos de think tanks ni entrevistas en profundidad en YouTube dedicadas a la situación del país.

Sí hay informaciones puntuales, casi siempre sin el adecuado contexto, y numerosas denuncias. Las más vehementes y bien argumentadas las ha formulado Vox, un partido relativamente pequeño para tener relevancia internacional que se ha convertido en referencia moral española en América gracias a su claridad y su tesón. Los últimos posicionamientos de Vox sobre Bolivia tienen que ver con la detención de Camacho.

Días después de invitar al Parlamento Europeo y traer (o al menos esa es la impresión que dio) a España a la hija de la expresidenta de Bolivia Jeanine Áñez, injustamente detenida por el Gobierno autoritario del MAS, Vox lideró la reacción en Europa al encarcelamiento igual de arbitrario de Camacho, que confirma el rumbo venezolano por el que transita Bolivia. La misma noche (europea) de la detención, el eurodiputado de Vox Hermann Tertsch grababa un vídeo desde casa en el que hacía responsable al presidente boliviano Luis Arce de "la suerte" de Camacho.

"Estamos viendo una deriva dictatorial y de brutalidad en las acciones políticas del régimen del presidente Arce, que tuvo la gran oportunidad de reconducir el país después de la transición que hizo Jeanine Áñez con apoyo de la Unión Europea y de la OEA", dijo Tertsch en nombre del grupo de Reformistas y Conservadores Europeos en el que se integra en la Eurocámara su partido. Tertsch continúa su mensaje recordando que, en vez de utilizar su victoria electoral para afianzar la democracia en Bolivia, Arce "ha encarcelado a Áñez de una forma injusta y ahora está persiguiendo a Camacho, al que prácticamente ha secuestrado sin ningún tipo de explicación".

Esta frase sirve para entender la sucesión de acontecimientos recientes en Bolivia. Como candidato del partido del expresidente y aún líder del movimiento Evo Morales, Arce ganó las elecciones de 2020, que se celebraron bajo la administración de Áñez. Quizá algunas de las medidas de Áñez contra la élite masista depuesta por las protestas de la que heredó el poder estuvieron motivadas por la venganza más que por la justicia, como sugieren las informaciones de una prensa internacional crónicamente escorada a la izquierda. Pero lo sustancial es que Áñez cumplió con la misión que tenía encomendada y no sólo organizó elecciones, también traspasó el poder al candidato ganador del MAS, quien se lo pagó metiéndola en la cárcel medio año después de tomar el mando.

Volviendo al vídeo de Tertsch, las circunstancias, entre ellas la fecha festiva, 28 de diciembre, en que fue grabado demostraron una vez más la agilidad y la fiabilidad de la política americana de Vox. Si no me falla el buscador de Twitter, Feijóo sigue sin haber dicho nada sobre el arresto del líder opositor, al que tampoco han defendido en la cuenta oficial del partido. Abascal lo condenó horas después de que sucediera. Igual de rápido actuó el diputado de Vox Víctor González, que viajó a Bolivia a pedir garantías para Camacho y fue expulsado por las autoridades del MAS (siglas de Movimiento Al Socialismo) en un incidente que demuestra la importancia de Vox en América.

Pese a liderar un partido que se dice preocupado por la libertad y la democracia en América, Feijóo no recibió a la hija de Áñez durante su visita a España, guarda silencio sobre la detención de Camacho y tampoco se anima a transmitir su apoyo a la democracia peruana que resiste a las manifestaciones violentas en favor del aspirante a dictador Castillo que instigan desde el extranjero Evo Morales y otros líderes del Grupo de Puebla al que denuncia a diario la fundación de Vox Disenso a través de su iniciativa más exitosa, el Foro de Madrid.

Sí se ha pronunciado con urgencia Feijóo ante la toma de las sedes de los tres poderes por parte de centenares de bolsonaristas no muy inteligentes, a juzgar por el comodín propagandístico que le han regalado a Lula, que cuestionan la victoria electoral del exsindicalista.

¿Porque fuera más grave que la detención de uno de los principales líderes de la oposición en otro país iberoamericano en el que se impone una dictadura de izquierdas? No. El incidente en la capital brasileña y el clima guerracivilista al que han contribuido tanto Bolsonaro como Lula es peligrosísimo para la convivencia y la democracia en el país más grande de Sudamérica. Pero un golpe de Estado no es inminente o probable en Brasil.

Feijóo corre, ahora sí, a sumarse a las condenas porque éstas las encabezan los líderes de opinión hostiles que le siguen marcando el discurso, pero lo hace sin querer enfadar a los suyos por alinearse con el izquierdista Lula, al que evita mencionar en el mensaje, y en vez de aplausos y reconocimiento cosecha reproches (ver las menciones al tuit). Un ejemplo perfecto de lo que saca de su estrategia el PP.

A Vox puede reprochársele el poco entusiasmo con que condena los hechos de Brasilia, pero aquí entramos en una cuestión de percepción política, no de coherencia. Porque en la manera de ver América de Vox las mayores amenazas vienen siempre por la izquierda, también en Brasil, y olvidarlo sería perder el foco, hacerle el juego al avance totalitario del comunismo. No puede decirse que le falte razón a Vox si se mira a Cuba, Nicaragua y Venezuela y a la propia Bolivia, y viendo hacia dónde han querido llevar a Chile y en qué dirección se mueve Colombia.

Feijóo y el PP realmente existente no se ponen de perfil ante la detención de Camacho por antipatía a la oposición boliviana o simpatías masistas, ni porque no entiendan lo que allí pasa. Su silencio se explica por el desamparo que entre los medios, los intelectuales y los Gobiernos de referencia sufre la oposición boliviana. La causa de la libertad y la propiedad privada en Bolivia no entra, de momento, en la ortodoxia política de los medios y las élites respetables, que tienen demasiados prejuicios raciales como para aceptar que los indígenas puedan cometer injusticias contra gentes más blancas. Y el PP no hará suya ninguna causa hasta que no empiece a ser parte del corpus, del que sí forma parte la alarma ante la amenaza ultra en Brasil.

La brújula de quienes lideran el Partido Popular no es la conciencia ni el interés de España, ni siquiera el interés propio, sino el qué dirán El País, The Guardian, el New York Times y, en el mejor de los casos, The Economist, que es la prensa que leen sus jefes del Partido Popular Europeo en Bruselas. Ésta es, a mi juicio, la principal diferencia entre el PP y Vox.

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