Los últimos movimientos en la cúpula del Partido Popular, con el nombramiento de destacados sorayistas en puestos de gran relevancia, parecen indicar que, en contra de lo que ha sostenido en repetidas ocasiones el presidente popular, la principal preocupación de Alberto Núñez Feijóo no es recuperar a los votantes que dejaron su partido y se marcharon a VOX, sino pelear con el PSOE por el voto del centro-izquierda.
Subidos a la ola de las encuestas, cada vez más favorables, los dirigentes populares muestran abiertamente sus cartas de cara a los importantes comicios que tendrán lugar este año, los primeros de los cuales, autonómicos y municipales, se celebrarán en poco más de cuatro meses. Tanto los mensajes dirigidos a los medios de comunicación como las decisiones adoptadas allí donde gobiernan cuestionan muy seriamente el pretendido giro conservador del Partido Popular para recuperar a los votantes de VOX. Por el contrario, lo que perciben los electores es un PP con un perfil cada vez más cercano al PSOE, al que pretende heredar en el poder en lugar de disputarle a fondo la batalla de las ideas como trata de hacer el partido de Abascal.
Dos asuntos muy concretos han puesto de relieve esta semana la falacia de un PP dispuesto a defender las ideas conservadoras que comparte el centro-derecha para hacerse con la bolsa de votos de VOX. Por un lado, la defensa de Griñán por parte del presidente andaluz, el popular Juan Manuel Moreno Bonilla, para que no entre en la cárcel, a pesar de ser responsable del mayor latrocinio de dinero de los contribuyentes andaluces en asqueroso agravio comparativo con el dirigente popular Eduardo Zaplana, también enfermo, que no mereció en su día la generosidad de ningún sorayista.
Otra demostración de que el PP prefiere el consenso con los partidos de izquierda al apoyo a su socio de Gobierno lo hemos tenido, también esta semana, en Castilla y León con las propuestas de VOX para reducir el número de abortos en dicha comunidad autónoma. A pesar de estar consensuadas en el seno del gobierno castellanoleonés, la dirección nacional del PP obligó a dar marcha atrás a este paquete de medidas ante el rechazo furibundo de la extrema izquierda a nivel nacional, que es la que parece guiar en términos ideológicos y morales la estrategia política marcada desde Génova.
Estos dos ejemplos recientes y la naturalidad con la que el PP ha aceptado el aberrante nombramiento de Conde-Pumpido al frente del Tribunal Constitucional convierten en papel mojado las afirmaciones recurrentes de Núñez Feijóo de que derogará las leyes ideológicas del sanchismo y recuperará la independencia de los órganos judiciales. Si no lo está haciendo ya allí donde gobierna su partido para evitar que lo identifiquen con VOX ¿Quién puede creer que lo hará aún con menos motivo si finalmente llega al Gobierno?

