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Una trinidad antinacional: Ferrovial, el C1 y lo trans

¿No hay un registro Guinness para los mamoneos corruptos, las reliquias feudales y las carajotadas? Pues debería.

¿No hay un registro Guinness para los mamoneos corruptos, las reliquias feudales y las carajotadas? Pues debería.
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | EFE

No es la única trinidad antinacional de Pedro Sánchez y sus esbirros, pero es la de esta semana. Tampoco es santísima, sino impiísima y malditísima porque toda ella se conglomera como un atentado contra la nación y contra su estabilidad mental y moral colectivas. Costó siglos que el dogma católico se asentara y razonara como algo asumible, pero este bandolero del sentido común y de la patria que nos gobierna para su beneficio nos casca infalibles trinidades sucesivas cada semana, a cuál más reñida con el mínimo seso democrático.

¿Hasta cuánto los españoles permitiremos que este pirata sin código de honor abuse de nuestra paciencia? Creíamos haber visto casi todo cuando el "cejas" de Valladolid se propuso estremecer las costumbres y la continuidad nacionales por su ocurrencia de ser portador del futuro (sobre todo del suyo). Nadie imaginaba que el amancebamiento del PSOE con Podemos, primero de Pedro y Pablo, ahora la orgía de Pedro, Irene, Yolanda, Oriol, Otegui y Urkullu, iba a llegar tan adelante en el camino que conduce a España a las calderas de este Pedro Botero.

Porque no me dirán ustedes que lo ocurrido esta semana no es propio de un tártaro insufrible. Me recordaba hace pocos días un amigo, policía judicial, el papelón de la familia Del Pino en el famoso caso de corrupción conocido como Caso Ollero o Caso Cacerolo. Verán. Un piso, un pasillo, un despacho, el de Pedro Llach, una especie de Mediador a la andaluza con larga mano en la Junta socialista, y una cola de constructores esperando a ser recibidos para mendigar unas obras en la autovía que une Antequera y Málaga (Puerto de la Mora). Uno de los que guardaban cola se llamaba "El árbol" y así aparecía en clave en el sumario judicial instruido.

¿Quién era ese "Árbol"? Pues Ferrovial. La familia del Pino aparecía con ese alias en las transcripciones de las llamadas interferidas por la Policía que pude leer completas. Algunos grandes constructores españoles se arracimaban en aquel pasillo, y en otros telefónicos, para suplicar contratos públicos al PSOE de Felipe González y Manuel Chaves, el vigente entonces. Pero, claro, ante la juez Pilar Llorente, Rafael del Pino negó haber pagado los 100 millones (de pesetas entonces) que, según los participantes en las conversacióones grabadas, le exigían al "árbol".

Esto es, la reacción "brutal y bolivariana" que nuestro Federico atribuye al corsario monclovita sobre la nueva ubicación de la sede de Ferrovial no es otra cosa que la manera en que la "familia" socialista bergante trata a "uno de los nuestros", al que seguramente contribuyó a medrar frente a competidores más honestos a cambio de mordidas útiles para mantener el engranaje arácnido de poder en el interior del PSOE y de los gobiernos nacional y andaluz. Mario Puzo describe cómo se las gastaba El Padrino con los traidores. Pues eso mismo.

La segunda "persona" de nuestra trinidad es el "carné" bis C1 de catalán que se exige a todos los ciudadanos españoles que viven en Cataluña, que es y esperamos siga siendo región de España por muchos siglos más, para poder aprobar una oposición. Esta versión del feudalismo parlarracista, que impone que la lengua, el rio Ebro, la Sagrada Familia, los Pirineos y todo lo demás, incluidos los presupuestos generales y el Código Penal, sean sólo propiedad de los separatistas es, no sólo inconstitucional, sino antiguo, casposo, medieval y estúpido, tanto que poco a poco está haciendo grandes a Madrid y a otras partes de España.

La persecución emprendida contra esta ingenua enfermera andaluza de Cádiz, incluso de ella misma contra sí misma poniendo a parir el gallego o la tilde del "sólo" rescatada por la RAE, da una idea del siniestro mental que el catalanismo del absurdo está provocando en sus víctimas. Imaginen que en Andalucía se exigiera un A1, certificado de hablar correctamente la variedad andaluza del castellano, para poder trabajar, vivir y opositar, siendo como somos los españoles iguales ante la ley y siendo el castellano la "lengua oficial del Estado". Como Pablo Planas informa, y analiza, desde hace años sobre esta neurastenia terminal, no haré otra cosa que recomendar su lectura persistente.

La tercera persona de la perversa trinidad de la semana es "lo trans", la ley "trans" y sus consecuencias. Me limitaré a recomendar vivamente el artículo-entrevista de Sandra León en el que trata de la "transmutación" sexual del youtuber Inocente Duke, que tiene poco de inocente y mucho de valentía y originalidad. Con una barba que denuncia cuál es su género original, el "duke" de la red confirma que se siente "mujer" en la Comunidad de Madrid y dicho y hecho, así lo ha comunicado a la autoridad competente.

Lo curioso del caso —anticipado por un chascarrillo divulgado en Internet según el cual si todos los hombres decidiéramos sentirnos mujeres volveríamos a disfrutar de la igualdad ante la ley que nos han birlado—, es que, entre las consecuencias de su metransmorfosis, ha encontrado ya 475 ventajas por ser ella. Desde las ayudas a mujeres empresarias o autónomas a cortes académicos para estudiar ciertas carreras a no sufrir en adelante los rigores de la Ley de Violencia de Género, todo es un festival para berzotas y un castigo para sensatos.

¿No hay un registro Guinness para los mamoneos corruptos, las reliquias feudales y las carajotadas? Pues debería.

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