El bochornoso espectáculo que han protagonizado este martes en el Congreso el PSOE y Podemos durante la tardía rectificación del bodrio jurídico conocido como la "ley del sólo sí es sí" no tiene parangón en la historia del parlamentarismo europeo. Y no lo decimos sólo por los ataques feroces que se han cruzado dos formaciones que —se supone— son socias de gobierno sino, sobre todo, por el hecho de ver cómo la ministra responsable del entuerto no sólo sigue en el cargo sino que también vota, junto a sus compañeros de formación, en contra de la reforma impulsada por el mismo gobierno del que Montero forma y va a seguir formando parte. Algo nunca visto —insistimos… en ningún otro país democrático del mundo.
Entendemos que una persona que, gracias a la influencia de su compañero sentimental y a las nihilistas tragaderas de Pedro Sánchez, ha pasado de trabajar como cajera de Mercadona a ser ministra del gobierno de España, se aferre al cargo. Pero el más mínimo sentido de la dignidad y de la coherencia deber debería haber llevado a Irene Montero a presentar su dimisión al ver cómo, no sólo PP, Vox y Ciudadanos, sino la mayor parte del gobierno al que pertenece —incluido su presidente— la desautorizaba de forma tan clamorosa como lo ha hecho el PSOE este martes en el Congreso.
Y esta critica a Montero es, naturalmente, extensible a los socialistas, empezando por el presidente del gobierno. Y no lo decimos por el hecho de que Sánchez, además de máximo responsable, fuese en su día tan entusiasta defensor como la ministra de la ley que ahora el Congreso acaba de corregir, sino por el hecho de no cesarla en el cargo, cosa que el presidente del gobierno debería haber hecho el mismo día que admitió el error legislativo que constituyó esa ley ahora felizmente enmendada. Lo que ya es puro surrealismo es que no la cese ni siquiera ahora cuando Montero se empecina en el error hasta el punto de votar en contra de la rectificación de su propio gobierno. Se supone que la ministra de un ramo debe ser siempre la voz más autorizada del gobierno en ese ámbito de actuación del Ejecutivo. ¿Se imaginan a un presidente de gobierno que mantuviera a alguien como ministro de Economía después de haber tumbado en el parlamento el proyecto estrella de ese mismo ministro en materia económica?
Así las cosas, y a pesar de la reforma aprobada con el concurso de los partidos ubicados a la derecha del PSOE, cada vez que haya una revisión a la baja de pena en favor de cualquier agresor sexual –cosa que prácticamente sucede casi todos los días y va a seguir sucediendo para todas las agresiones sexuales que se hayan perpetrado con anterioridad a la entrada en vigor de la recién aprobada reforma de la ley Montero— se podrá y deberá acusar política y mediáticamente a Pedro Sánchez de sostener en el cargo de ministra a la más impenitente y más directa responsable de este entuerto jurídico que ya acumula más de 700 rebajas de penas, incluidas más de 70 excarcelaciones de agresores sexuales.
Sánchez tardó en admitir el error; ha tardado luego en corregirlo; ya veremos lo que tarda la enmienda en ser publicada en el BOE para su entrada en vigor. Lo que es seguro es que parte del mal ya está hecho y es irremediable, y que los máximos responsables del mismo, Sánchez y Montero, sólo tienen como máximo objetivo sostenerse, sí o sí y sea como sea, en la poltrona.

