Salvo su renuencia a referirse a Bildu como lo que es, el brazo político de ETA con el que los terroristas pudieron con razón jactarse públicamente de "haber ganado la batalla de la ilegalización", no se puede negar a Alberto Núñez Feijóo ponderación, lucidez y contundencia a la hora de reprochar en el Senado a Pedro Sánchez sus nauseabundos pactos con esta formación proetarra, liderada por un antiguo pistolero del "brazo militar" de la organización terrorista, como Arnaldo Otegi, y cuyos candidatos, sin excepción, se niegan y se han negado siempre a condenar los crímenes de lo que eufemísticamente llaman la "lucha armada". Hasta en cinco ocasiones, el líder del PP ha preguntado al presidente del gobierno, sin obtener respuesta, si "va a romper con Bildu o con la decencia", concluyendo que "usted es una gran esperanza electoral para violadores y pederastas, sediciosos, corruptos, okupas y ahora también los que iban con pasamontañas y pistolas".
Ahora bien, esta contundencia de Feijóo contra Sanchez, proporcional a la grave indecencia en la que el presidente del Gobierno vive instalado desde que incumplió su palabra de no pactar con Bildu, contrasta con la meliflua y cándida bienvenida que el líder del PP dispensaba por la mañana a la artimaña urdida por los proetarras —ignoramos si en connivencia con el PSOE— consistente en el anuncio de los siete condenados por asesinato que se presentan en las listas de Bildu de no recoger su acta como concejal en el caso de ser elegidos. Para Feijóo, este insulto a la inteligencia de los españoles, destinado a blanquear el carácter proetarra de Bildu, constituye una muestra de cómo "la democracia, la dignidad y la decencia de la mayoría de los españoles se ha impuesto a pesar de Pedro Sánchez". ¿Pero es que el líder del PP no se para un minuto a pensar en lo que va a decir más allá de sus comparecencias en el Senado? Es la existencia misma de Bildu, heredera de Herri Batasuna, lo que constituye una persistente burla a la ley de Partidos y una afrenta a la democracia, a la dignidad y la decencia de los españoles. Y lo es con independencia del número de militantes del "brazo armado" que se hayan pasado al "brazo político" con los mismos objetivos políticos de siempre junto al de sacar a sus compañeros de la cárcel. ¿Pero es que no han oído a Otegi justificar sus pactos con el PSOE en nombre de los mismos objetivos políticos por los que ETA mataba y por su confesa pretensión de liberar a los "200 presos que tenemos en prisión"?
Que los separatistas, comunistas y el propio PSOE, que no denunciaron o ni siquiera comentaron la inclusión en las listas de estos condenados por delitos de sangre, celebren ahora el paripé como si de un triunfo de la democracia y de la dignidad de los españoles se tratara, tiene sentido; pero que lo haga el líder del PP, no lo tiene en absoluto. Más aun cuando, al margen de estos siete asesinos, Bildu mantiene como candidatos a otros 37 condenados por pertenencia a una organización terrorista a la que no repudia o condena.
Condenados por pertenencia a ETA fueron personas como Mario Onaindia o Jon Juaristi. Lo que les diferencia a ellos, sin embargo, de todos los miembros de Bildu —hayan sido o no condenados alguna vez por su pertenencia a la organización terrorista— es que los primeros se arrepintieron y abjuraron de su pasado y de los objetivos por los que ETA mató, pasándose desde entonces al lado de la democracia y de su ordenamiento constitucional. Hoy serían los primeros en denunciar no sólo a Bildu sino al PSOE por mantener una alianza política con quienes a día de hoy siguen sin condenar un solo asesinato de ETA, incluidos los que acabaron con la vida de algunos socialistas decentes.
Es por ello por lo que el destinatario de esta denuncia editorial no puede ser otro que Pedro Sánchez, pues, con independencia de la muy desigual intervención de Feijóo a lo largo del día de ayer, es el presidente del gobierno el responsable de hacer y decir cosas que, como diría la madre del asesinado miembro del PSOE, Joseba Pagazartundúa, "nos helarán la sangre".

