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Daniel Rodríguez Herrera

El chalet de Irene Montero es de derechas

Parece que ella sí puede hacer con su dinero lo que le dé la gana. Los propietarios afectados por su ley de vivienda, en cambio, no.

Parece que ella sí puede hacer con su dinero lo que le dé la gana. Los propietarios afectados por su ley de vivienda, en cambio, no.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, durante el pleno celebrado este jueves en el Congreso. | EFE

Bajar a la calle suele ser incómodo para muchos políticos de izquierdas. Los de derechas, acostumbrados como están a que los critiquen y los insulten en todos los ámbitos en los que ejercen su profesión, que le hagan lo propio ciudadanos anónimos no deja de parecerles más de lo mismo. Irene Montero, en cambio, vive acostumbrada a la adulación permanente de los medios, que hasta se echan las manos a la cabeza y les parece inadmisible que se diga lo obvio, que está donde está por ser la pareja de quien es. Así, que de repente venga una doña nadie a preguntarle que cómo es posible que se haya comprado un chalet en la sierra de más de medio millón de euros con 30 años de edad cuando su marido trabajando desde los 14 años no pudo, provoca que se le descomponga en sus factores primos esa careta de empatía, amabilidad y cercanía a las clases trabajadoras.

La respuesta, expresada con ira y sin cuidado alguno, desnuda que los presupuestos ideológicos que defiende la extrema izquierda duran lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks cuando de aplicarlos a sí mismos se trata: "¿Sabe por qué, señora, sabe por qué? Porque mi padre falleció de cáncer con sesenta años y me dejó una herencia porque soy hija única. Por eso y porque tengo una pareja con la que me puedo comprar, con mi dinero, la casa que me da la gana". Más allá de la mala educación de darle la espalda después de esta respuesta y dejar a la señora con la palabra en la boca, Montero no parece haberse dado cuenta de que su contestación va en contra de lo que predican ella y su partido.

Analicemos la frase. En primer lugar, tenemos el feminismo. Resulta que al final lo que importa son tu pareja y tu padre, ambos hombres, no tus méritos de mujer empoderada. En segundo lugar, el derecho de propiedad, especialmente sobre la vivienda. Parece que ella sí puede hacer con su dinero lo que le dé la gana. Los propietarios afectados por su ley de vivienda, en cambio, no. Quienes sufren una ocupación, tampoco. La propiedad de los demás ha de estar subordinada a su función social, pero la suya no. En tercer lugar, la herencia. Su formación y en general toda la ideología de extrema izquierda siempre ha señalado como fuente de desigualdad y un objetivo a destruir el derecho a dejar tus posesiones a tus seres queridos, salvo, se ve, si son ellos los seres queridos. En cuarto lugar, la verdad: Iglesias y Montero se compraron el chalet un mes antes de que muriera su padre.

Resulta por tanto muy difícil concluir que la compra de su chalet no entra en contradicción con sus principios, como pasó con Pablo Iglesias y sus palabras sobre que nunca dejaría el barrio para no perder el contacto con la gente. Si fuera coherente, debería reconocer que su chalet es un chalet de derechas, porque es de derechas, según la extrema izquierda en la que orgullosamente milita, tanto la noción de propiedad privada como la del derecho a la herencia.

Pero en realidad Montero está siendo extremadamente fiel a la verdad más íntima de la izquierda de hoy en día, a su verdadera naturaleza, que no tiene nada que ver con lo que predica. Porque ser de izquierdas hoy es lo más cómodo del mundo. No sólo te convierte automáticamente en buena persona sin que necesites probarlo con tus actos, sino también en una víctima perpetua, por muy bien que te vaya en la vida. Véase el núcleo de su respuesta: ella tiene el chalet porque se le murió el padre con sólo sesenta años víctima de un cáncer. Ni la edad ni la enfermedad son datos relevantes, pero los aporta porque implican una desgracia, una desgracia de la que fue víctima, así que nuestro deber es compadecernos de ella y no mirar más allá. Se han montado un esquema ideológico gracias al cual no es ya que cualquiera de sus cagadas sea siempre culpa de los demás, o del "sistema". No, es que las personas de izquierdas son siempre las primeras y principales víctimas. ¿Acaso no se presentaron Montero y Belarra, llorosas en su escaño, vestidas de morado, como las víctimas reales de la ley de suelta de violadores el día que se reformó? Han encontrado el sistema de elusión de responsabilidades casi perfecto. Ser progre significa no tener que decir nunca lo siento.

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