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La putrefacción del sanchismo

¿Por qué cree el señor del sanchismo que recibió el castigo que le proporcionaron un buen número de españoles el pasado 28-M?

¿Por qué cree el señor del sanchismo que recibió el castigo que le proporcionaron un buen número de españoles el pasado 28-M?
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado por las vicepresidentas segunda y tercera, Yolanda Díaz, y Teresa Ribera. | EFE

El sanchismo, entendido como la forma de gobernar de un señor, aliado en coalición con los ahora caídos en desgracia, y con los que quieren que España deje de ser España —ERC y Bildu preferentemente— ha entrado en un estado de putrefacción, que es más severo que la simple descomposición. La putrefacción se produce post mortem, y es que el sanchismo, después del varapalo del 28-M, ha fallecido. Quedan sólo treinta y tres días para certificar esa muerte, poner fin a esta etapa negra de la reciente historia de España y desalojar del poder al señor del sanchismo.

Las declaraciones del pasado jueves de ese "fontanero" de la Moncloa, Francisco Martín, amigo del señor del sanchismo, ahora acomodado en la Delegación del Gobierno en Madrid, son una clara muestra de esa putrefacción ética y moral si así se pudiera llamar. Porque putrefacción es decir que "los supuestos enemigos de España —en referencia a Bildu— han hecho más por los españoles y por España que lo que han hecho todos los patrioteros de pulsera", en clara referencia al PP y a VOX.

El tal Delegado se refería, entre otros "méritos" de Bildu, el haber apoyado los estados de alarma durante la pandemia, cosa que no hizo en ninguna ocasión, porque se abstuvo. Pero a los amigos del sanchismo eso les da igual. El hecho de comparar a los herederos políticos de ETA con partidos democráticos como PP y Vox es ya una aberración en sus propios términos.

Tal bajeza moral, tal ofensa a las víctimas del terrorismo y a los cientos de miles de españoles que se movilizaron en su día contra ETA y a favor de sus víctimas, sólo la puede cometer un señor que sabe, y se siente protegido por ello, que el señor del sanchismo es el primero que ha blanqueado durante estos cinco últimos años a los herederos políticos de ETA, que ha pactado con ellos varias iniciativas legislativas en el Congreso —entre ellas la mal llamada ley de Memoria democrática—, y que ha negociado presos por presupuestos, como bien dijo Otegui.

El señor del sanchismo ha dicho este lunes —cinco días después de esas nauseabundas declaraciones del Delegado— que no está de acuerdo con ellas y que le parecieron desafortunadas. Pero el señor del sanchismo, que es lo que sucedería en una democracia madura, no ha cesado al Delegado, ni por supuesto piensa hacerlo. ¿Por qué? Porque en el fondo está de acuerdo con el significado de lo que dijo; porque el señor del sanchismo trata con un absoluto desdén al PP o a Vox, mientras que es complaciente —incluso les da el pésame por la muerte en prisión de un preso de la banda terrorista— con los herederos políticos de ETA, olvidando o no queriendo recordar que el PP es el partido de Miguel Ángel Blanco, de Gregorio Ordoñez y de tantos otros concejales asesinados por ETA, que Vox es el partido de Ortega Lara y que Bildu es el partido de Arnaldo Otegui. Pero para el señor del sanchismo, esa distinción es peccata minuta. Él, a lo suyo, que no es otra cosa que pactar hasta con el mismo diablo, con tal de mantenerse en el poder.

El señor del sanchismo no es consciente del todo, de que a una parte importante de la sociedad española le queda todavía fibra moral suficiente para rebelarse contra estas aberraciones, como demostró claramente en las pasadas elecciones autonómicas y municipales el pasado 28-M. Que esos mismos ciudadanos no admiten que se pacte nada con los herederos políticos de una banda terrorista que asesinó a 857 personas, todas inocentes, por el hecho de ser españoles y en varios casos, cargos públicos socialistas.

Son esos mismos ciudadanos que tampoco admiten que se indulte a los presos independentistas/golpistas catalanes, o que se suprima el delito de sedición o que se rebajen las penas por malversación, o que se haga una chapuza de ley que propicie la suelta de violadores y la reducción de sus penas, y que no dimita nadie por ello. ¿O por qué cree el señor del sanchismo que recibió el castigo que le proporcionaron un buen número de españoles el pasado 28-M?

El señor del sanchismo sabe que sus días en el poder tocan a su fin. Será el primer Presidente del Gobierno —exceptuando a Leopoldo Calvo Sotelo— que ha estado sólo una legislatura al frente del ejecutivo. González estuvo tres, y Suarez, Aznar, Rajoy y Zapatero, dos. Ha hecho innumerables méritos para ello, y el próximo 23 de julio va a recoger lo que sembró en estos años. Nunca ha habido un rechazo personal, social y político tan grande y en tan poco tiempo a un Presidente del Gobierno, como al señor del sanchismo.

El señor del sanchismo se irá, dejando a su partido hecho literalmente trizas. Tardará el PSOE en recomponerse, y deberá tener mucho cuidado con que, en un previsible Congreso extraordinario para elegir un nuevo secretario general, no salga, como en el año 2000, otro Zapatero. Porque con aquel empezó todo el desastre que luego ha culminado y aumentado el señor del sanchismo.

El 23-J, los españoles van a tener la oportunidad de mandar a su casa al señor del sanchismo y a todos sus palmeros, que son bastantes, Delegado del Gobierno en Madrid incluido, por no hablar de los Tezanos, Bolaños, Monteros (María Jesús), Marlaskas, Alegrías de turno. Como dijo el Conde de Romanones, en frase popularizada por Rajoy: ¡joder que tropa!

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