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Para quién son los besos de Delcy

Sánchez, desde La Moncloa, y Borrell desde Bruselas, boicotearon el plan USA que tenía por objetivo devolver la democracia a Venezuela.

Sánchez, desde La Moncloa, y Borrell desde Bruselas, boicotearon el plan USA que tenía por objetivo devolver la democracia a Venezuela.
Pedro Sánchez saludando a Delcy Rodríguez | Imagen TV

La cooperación del PSOE en la tala que la izquierda hace de las libertades en Hispanoamérica la hizo evidente el bobo solemne a la vista, ciencia y paciencia del patriota de hojalata, aunque empezó mucho antes, en los tiempos del hoy absurdamente añorado Felipe González. Hoy es aún peor porque Sánchez, desde La Moncloa, y Borrell desde Bruselas, boicotearon el plan USA que tenía por objetivo devolver la democracia a Venezuela. Poco faltó para que Maduro abandonara el país y dejara a los venezolanos recuperar sus derechos civiles. No lo hizo gracias entre otras cosas al PSOE. No se sabe cuánto dinero ha salido de las empobrecidas arcas venezolanas para pagar tan ruines servicios, pero quizá el socialista Raúl Morodo, imputado por sus cobros ilegales cuando fue embajador de España en Venezuela, pueda darnos una cifra.

En unos años, Latinoamérica no ha hecho más que deslizarse por la pendiente de la izquierda populista antidemocrática. Cuba sigue siendo lo de siempre, la peor dictadura gracias a los socialistas españoles, que ni siquiera se permiten llamarla así, dictadura. Venezuela está a meses de unas elecciones presidenciales que se celebrarán sólo si son para que las gane el chavismo. Y Borrell está deseando bendecirlas y levantar las sanciones al régimen comunista venezolano. En Nicaragua, Daniel Ortega, gran amigo de nuestros socialistas, ha hecho suyo lo peor de las dos dictaduras anteriores. México ha caído en manos de un populista de izquierdas que da amparo a los regímenes comunistas que florecen en el Sur del hemisferio. Chile, tras unas revolucionarias jornadas de furia y fuego, cayó en manos de un comunista que goza de la simpatía de los socialistas españoles y que, gracias a Dios, no ha conseguido todavía imponer su sectaria constitución. Argentina está como siempre, bajo la bota del peronismo cleptocrático. Colombia, el país que supo decir "no" al plan izquierdista para compartir el poder con la guerrilla, no sólo tuvo que soportar que se le impusiera ese plan pasando por encima del referéndum que lo rechazó, sino que hoy, tras unas jornadas que fueron un calco de las chilenas, está presidida por un guerrillero. El sujeto perteneció en su día a un movimiento cuyo hito bélico fue asaltar el Palacio de Justicia de Bogotá como mercenarios de Pablo Escobar para destruir las pruebas que allí había contra el narcotraficante. En Brasil ha vuelto a la presidencia Lula da Silva, corrupto convicto que pudo no obstante presentarse a las elecciones gracias a un tecnicismo legal. Éste es el peor. Ha ido a Bruselas a defender el derecho de Putin a violar las fronteras de sus países vecinos, apoderarse de su territorio y someter a sus ciudadanos. Y dice que lo hace en el nombre de la paz. Naturalmente, se refiere a la paz de Putin. Todos ellos y lo que representan goza de la protección del PSOE, la estima de la mayor parte de la prensa española y el apoyo de casi todos nuestros Gobiernos, no sólo los socialistas. Y esto se está haciendo más evidente que nunca en la cumbre que se está celebrando estos días en Bruselas entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Allí Borrell va despendolado de un lado a otro cubriendo a dictadores y justificando dictaduras. Por eso, cuando veas a Delcy Rodríguez besar a un español, no te preguntes a quien besa; te está besando a ti.

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