
Me llega al móvil un meme o como se llamen ese tipo de zarandajas cómicas en las redes sociales. Es una foto de un sonriente Puigdemont con la siguiente leyenda: "Me fui en el maletero de un coche y volveré en el Falcón". Me lo ha enviado un buen amigo al que no puedo dejar de responderle: "No creas. La cosa se le puede poner difícil. Los poderosos y los locos pueden matarse entre ellos". En realidad, creo que Sánchez tiene mucho más poder que el fugado de la justicia. Y, sobre todo, tiene más osadía que el loco de Gerona. Nadie pone en duda a estas alturas que Sánchez es el tipo más audaz de la vida política española. Mil veces lo ha demostrado y, por supuesto, ahora tiene una inmejorable ocasión de hacerlo de nuevo. Si se pasa en exigencias el fugado, bien pudiera Sánchez jugar su carta mejor guardada. Aún no la ha enseñado y esperará hasta el final. De momento, Sánchez no ha dicho no a nada, salvo a reunirse con Feijóo hasta que el Rey proponga a un candidato a formar Gobierno. Seamos sinceros y reconozcamos que Sánchez no ha hecho otra cosa que levantar acta de una realidad: hay que que esperar la decisión del monarca.
Y, además, es menester esperar a la votación del día 17 de agosto para elegir la Mesa del Congreso de los Diputados, que será una clave decisiva de los muchos movimientos políticos a los que asistiremos hasta completar los cincuenta días para saber quién será Presidente del Gobierno. Antes de que el monarca se decida, se librarán muchas batallas políticas en el Congreso y en la calle, en los entresijos de la opinión pública-política y de la opinión publicada, pero en todas ellas, no lo duden, cuenten con el atrevimiento audaz de Pedro Sánchez. La elección de la Mesa del Congreso será muy importante para valorar el grado de su insolencia, pero no creo que sea decisiva; sí, seguramente, Sánchez conseguirá que Junts vote por su candidato a la Presidencia de las Cortes, pero estoy convencido de que ahí no se acabará todo, porque el Jefe de Junts, el tipo de la foto, seguirá pidiendo más y más…
Y será ahí, en ese momento "de más y más" exigencias de los separatistas, en realidad, de la intransigencia del loco, cuando Sánchez pudiera mostrar su cara más audaz. Quizá tengamos la oportunidad de oír la expresión castiza de millones de españoles: "Hasta aquí hemos llegado y para chulo yo". Arrestos le sobran para eso. Nadie descarte, sí, la renuncia a presentar su candidatura a la investidura en el Congreso de los Diputados, o mejor todavía, la apertura de un proceso negociador con el PP de Feijóo para pactar un Gobierno de gran coalición. ¿Regreso al bipartidismo? Sí. Sería el fin del poder de las minorías y, sin duda alguna, el regreso al bipartidismo. Le daría continuidad a lo mejor de la historia del PSOE, podría mirar cara a cara al principal líder de su partido después de la muerte de Franco, Felipe González, y sobre todo, sería la mejor manera de demostrar al mundo su coraje político.
Nadie, pues, descarte nada, si se trata de Sánchez. Ojalá la intrepidez loca del tipo que salió en el maletero de un coche, preparado por Soraya la de Rajoy, sea la ocasión de la fortuna de Sánchez, es decir, de demostrar al respetable que es un genuino animal político, alguien que de modo instintivo se horroriza ante el obstáculo que le ponga o pudiera ponerle un intrépido cretino.
