
El Partido Nacionalista Vasco se encuentra en una situación muy complicada, porque desde hace tiempo siente el aliento de sus "hijos descarriados" de Bildu en el cogote, amenazando su hegemonía y ejercicio del poder en la Comunidad Autónoma Vasca.
En las últimas elecciones generales del 23-J, el PNV obtuvo 275.782 votos y Bildu, 274.676. Es decir, una diferencia insignificante de 1.106 votos. El partido presidido por Ortuzar fue primera fuerza política en Vizcaya, tercera en Guipúzcoa y cuarta en Álava, mientras que la coalición liderada por Otegui fue primera fuerza en Guipúzcoa, segunda en Álava y tercera en Vizcaya.
El PNV es percibido por una parte importante del electorado nacionalista/independentista, como una fuerza política de derechas, cómoda en el poder, apoyada por una gran parte del empresariado vasco, que no ha sabido adaptarse a los cambios sociales, y aunque sus dirigentes se han empeñado en desmentir con ahínco esa percepción, el hecho es que su apoyo electoral ha ido disminuyendo en los últimos años, mientras que el de Bildu ha ido aumentando paulatinamente gracias al voto joven y a haber recuperado una buena parte del apoyo que tuvo Podemos en el País Vasco al poco de nacer el partido liderado entonces por Pablo Iglesias.
Ante unas elecciones autonómicas que tendrán lugar, si el lehendakari Urkullu no las adelanta, en la primavera del próximo año, las posibilidades de que la suma de parlamentarios que obtengan Bildu, PSE y Sumar de para una mayoría absoluta son muy altas, por lo que muy probablemente el próximo lehendakari será el candidato de Bildu, desalojando de esa forma del poder al PNV, que ha estado gobernando en el País Vasco desde la aprobación del Estatuto de Autonomía de Gernika en 1980, salvo un periodo (2009-2012) en que el lehendakari fue el socialista Patxi López, gracias al apoyo gratuito del PP.
Esta es la situación que trae de cabeza al PNV y que le lleva a no saber muy bien qué pasos dar ante la investidura del próximo Presidente del Gobierno de España. Por una parte, tienen muy claro que a Feijóo no pueden apoyarle, porque eso sería regalar a Bildu un argumento letal en la campaña vasca: "Mirad a los del PNV que votan al candidato de la derecha y de la extrema derecha española" dirían las huestes de Otegui.
Pero si vota a favor de la investidura de Sánchez, el PNV sabe perfectamente que, en la legislatura pasada, el único socio del gobierno Frankenstein que salió favorecido fue Bildu. El resto: Podemos, ERC y PNV, sufrieron un importante retroceso en las elecciones del 23-J, y nada hace pensar que eso no siga siendo así. El PNV sabe también que el plan de Sánchez pasa por instaurar, después de las próximas elecciones vascas, un Gobierno Vasco frentista, él lo llamaría "progresista", aunque eso conlleve que el PSE tenga que apoyar al candidato de Bildu a la Lehendakaritza. A estas alturas, para Sánchez eso es lo de menos. Después del blanqueamiento de Bildu que ha llevado a cabo en los últimos cuatro años, lo vendería como un signo más de la "normalización" del País Vasco: los herederos políticos de ETA al poder, y las víctimas del terrorismo a llorar a sus muertos.
La única opción que tiene el PNV para diferenciarse de Bildu en el proceso de investidura es no permitir, con el voto negativo de sus cinco diputados, que Sánchez sea el próximo Presidente del Gobierno, y que haya que ir a una repetición de elecciones el 14 de enero del próximo año. Pero esa opción tiene la contraindicación de que si en esa hipotética repetición electoral, el centro-derecha consiguiera la mayoría absoluta y pudiera gobernar, en la campaña electoral del País Vasco, Bildu emplearía ese hecho para acusar al PNV de haber favorecido un gobierno de derecha y de extrema derecha en España, que frenaría el proceso de autodeterminación que los herederos políticos de ETA quieren llevar a cabo en los próximo años, con la incorporación previa de Navarra.
Por lo tanto, el PNV se encuentra en un callejón sin salida. Hagan lo que hagan, será malo para sus intereses, que no son otros que conservar el poder en el País Vasco. Como en el fondo son muy conservadores y siempre les ha gustado arrimarse al que manda en Madrid, muy probablemente apoyarán la investidura de Sánchez, aunque eso suponga que eso siga favoreciendo a Bildu. En esta ocasión, quien recogerá las nueces que caigan del árbol serán los herederos políticos de ETA. De alguna manera, el PNV se tiene muy merecido lo que le va a pasar por haber estado siempre, desde la transición política, a las maduras, y nunca a las duras.
