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Un respeto a las babosas

Una peluca con bigote comunista ha atacado de manera injusta a las babosas, comparando la actitud servil del PP con la graciosa actividad de estas.

Una peluca con bigote comunista ha atacado de manera injusta a las babosas, comparando la actitud servil del PP con la graciosa actividad de estas.
Imagen creada automáticamente a partir del vídeo 'Sánchez y Feijóo se reúnen en el Congreso' | LD

En un ejercicio de terrorismo opinativo, una peluca con bigote comunista ha comparecido para atacar de manera injusta y gratuita a las babosas, comparando la actitud servil del PP con la graciosa actividad de estos gasterópodos. El comentario de que Feijóo está "arrastrándose cual babosa para intentar gobernar" es inadmisible en una sociedad abierta, tolerante, diversa y amigable con las babosas y con los babosos como la española. El hecho de que el limaco arrastre su hueverío por el suelo no lo convierte en un pollo sin cabeza, animal metafórico mucho más adecuado para ilustrar en este momento la singular deriva del PP.

El partido mutó de humano a pollo descabezado la misma noche del 23 de julio, con una puesta en escena triunfalista y festiva en medio de una colosal decepción, aunque hay quien considera que el festival de tiros en el pie comenzó con la famosa gira extremeña de grandes éxitos de Guardiola, de cuya granja de pollos decapitados nacieron los mejores lemas y estrategias de campaña para el PSOE, con los resultados que ya conocemos.

Como sea, desde julio hasta hoy, Feijóo flota a un par de palmos de la realidad, pisando el suelo solo para volver a alzarse una y otra vez hacia una suerte de política onírica, a la manera deslavazada en que los galliformes acostumbran a fracasar y reincidir en sus intentos de echar a volar cuando alguien les toca los huevos. Las pasiones y traiciones con Vox, el ejercicio normalizador con los secesionistas, las divertidas filtraciones sobre conversaciones con un "PSOE bueno", que imagino que es un PSOE que almuerza todos los días con el Monstruo del Lago Ness y La Sirenita, o las conversaciones "francas y provechosas" con Urkullu sobre, supongo, la técnica del buen aizcolari, o sobre la eterna controversia del olor de las nubes, si bien es posible que también abordaran de manera "franca y provechosa" la crucial cuestión del sexo de los ángeles.

No son éstas, como digo, actividades propias de la noble e íntegra babosa, sino más bien del ave atolondrada que, habiendo recibido ya su corte ventral de cuello, para asombro de los presentes, continúa su danza como si nada, si bien bajo los efectos de una cierta resaca emocional, como el pollo que ha perdido la cabeza por la, bueno, por la hembra del pollo. La extraña danza del PP en la irrealidad trasmite a la opinión pública la sensación de que se han vuelto locos o están bajo los efectos de algún misterioso narcótico, en el mejor de los casos, y de que toda la dirección del partido está muerta y no lo sabe, en el peor.

Y aunque hay evidentes síntomas de agotamiento, y una enorme decepción con líderes a los que creíamos mucho más inteligentes, lo cierto es que el PP descabezado no está muerto aún, entre otras razones porque hace poco más de un mes ha recibido ocho millones de votos. En cierto modo su paradójica exhibición nos recuerda a la prodigiosa historia de Mike, el pollo de Fruita, Colorado, que a mediados de los años 40 logró sobrevivir durante 18 meses sin cabeza. La historia me apasiona:

El señor Lloyd Olsen Zweedijk, agricultor americano, fue enviado por su mujer a buscar un pollo para la cena. El tipo eligió uno que respondía al nombre de Mike. Como parte del protocolo negociador humano-animal, el agricultor le cortó el cuello de un hachazo, pero para sorpresa de Lloyd, su mujer, y probablemente Mike, el pollo descabezado continuó caminando por la cocina con la naturalidad de quien recorre la casa de forma rutinaria buscando la cajetilla de tabaco. Y no fue un rato, sino unas horas, y luego unos días y después unos meses. De modo que los Olsen encontraron en Mike su dólar de la suerte, porque el matrimonio y el animal, al que alimentaban con una jeringa, terminaron de gira por ciudades de todo el país, convocando a unas 600 personas al día en Long Beach, California, a razón de 2,50 dólares la entrada. De todos modos, conviene hacer notar a los líderes del PP que el caso de Mike es algo extraordinario e increíblemente excepcional, no un objetivo a alcanzar.

Por último, ante la posibilidad de que el Man de Camelle de Podemos tenga razón y el PP sea en efecto una babosa, desaconsejo vehementemente a Sánchez ningunearla, humillarla, pisotearla y comérsela, como se intuye que es su propósito. Dentro del inofensivo y simpático modo de vida de las babosas, viscoso y anodino, ahora una hoja de lechuga, ahora un brote tierno de perejil, tienen muy mala follá. Todos recordamos el caso del joven australiano que se zampó una, tras haber pronunciado sus amigos las palabras mágicas que mueven montañas en una de esas noches de copas de los 19 años: "¿a que no hay cojones?". Para su desgracia, los hubo, se comió la babosa, y ésta se vengó transmitiéndole un parásito que lo dejó parapléjico ocho años hasta su prematura muerte.

Yo, de Sánchez, muy dado a sucumbir al argumento de la testosterona cojonil, me cuidaría de esa dieta.

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