Como ya señalamos tras las pasadas elecciones generales, una cosa es que, por razones procedimentales, no resulte descabellado que Feijóo se presente a una investidura con seguridad fallida, y otra muy distinta que pierda el tiempo con vanas esperanzas en desbancar a Sánchez o lograr una repetición electoral. Feijóo debe presentarse, sí, a una investidura con seguridad fallida no sólo porque, a pesar del desastre que supusieron los resultados del 13 de Julio, la del PP fue la lista más votada, sino también porque urge poner en marcha el reloj electoral de cara a una deseable pero muy improbable repetición electoral. Ahora bien. Una cosa es que Feijóo no ceda al presidente socialista en funciones el pulsador de ese cronómetro —cuenta atrás que, en caso de no llegar Sánchez a acuerdo con los separatistas, le obligaría a convocar nuevas elecciones—, y otra cosa muy distinta que el líder del PP se ponga contraproducentemente a tratar de contentar a los separatistas con la ridícula al tiempo que deshonrosa pretensión de convencer a algunos de ellos de que pueden obtener más de un gobierno del PP que de un gobierno de Sánchez más carente aun de escrúpulos que de escaños.
Y es que como Julián Marías se hartara de repetir, "no se debe intentar contentar al que no se va a contentar"; más aun cuando ese, más que estéril, funesto y contraproducente ejercicio de negociación política con los separatistas de Puigdemont o del PNV pasa por debilitar todavía más nuestra nación entendida como Estado de derecho. En este sentido, no nos extraña en absoluto que algunos barones del PP se hayan atrevido este domingo, aunque sea bajo el anonimato, a advertir a Génova cómo sus votantes ven "incomprensible" que se negocie con los golpistas de Puigdemont. Junts, lejos de retractarse, ha reiterado hasta la saciedad que su objetivo es la impunidad y la autodeterminación. Y en ese terreno siempre obtendrán más de Sanchez y Conde-Pumpido que de Feijóo.
En cuanto al PNV, por si no fuera ya completamente inasumible para el PP la propuesta territorial de Urkullu, consistente en una "profundización de la plurinacionalidad de España", este domingo su partido ha exigido retirar la invitación a los Reyes para que acudan a Pamplona a celebrar los actos del conocido como "Privilegio de la Unión". ¿Con esta tropa va a negociar el PP? ¿Es realista pensar que vaya haber alguna formación separatista que desaproveche la histórica oportunidad que les brinda Sánchez/Conde-Pumpido?
No. Lo realista en estos momentos —como lo es desde las pasadas elecciones generales— es preparar la resistencia a la nueva legislatura de Sánchez que se nos avecina desde los tres únicos sitios que se le puede hacer algo de frente: las autonomías, la Unión Europea y el Senado. Y hacerlo de la mano con la única formación con la que el PP puede y debe ir de la mano, que es Vox. A este respecto, bien está lo que bien acaba, pero el bochornoso espectáculo que han brindado durante meses Feijóo y Miras en Murcia hasta entender que un gobierno de coalición entre PP y Vox no sólo era un derecho sino un deber de ambas formaciones, da muestras de lo noqueado y desnortado que ha estado y sigue estando el Partido Popular. Y esto es así porque las autonomías van a ser los únicos reductos de resistencia que van a tener ambas formaciones frente al terrorífico Gobierno central que nos viene encima. Estos dos partidos deben aunar fuerzas para denunciar en Europa los desmanes que se avecinan y aprovechar la mayoría absoluta que el PP tiene en el Senado para retrasarlos lo más posible.
Todo lo demás es confundir los deseos con la lamentable realidad que nos viene encima.

