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EDITORIAL

Los socios de Sánchez también se echan a la calle

Lo que preocupa de verdad al presidente en funciones es la agitación callejera que le van a organizar sus socios preferentes.

Los partidos separatistas van a vender muy caro su apoyo a una futura investidura de Pedro Sánchez si es que, finalmente, Núñez Feijóo fracasa en su intento de llegar a La Moncloa. Las exigencias de los socios del sanchismo desbordan el marco constitucional porque esa es la esencia del proyecto político que pretenden llevar a cabo en la siguiente legislatura, para lo cual necesitan a Sánchez en el papel de conseguidor al frente del Gobierno. Y para que nadie en el PSOE pueda llamarse a engaño, Junts, ERC y Bildu ya han puesto sobre la mesa el precio de sus votos: amnistía y referéndum secesionista.

El grupo separatista vasco ha ido incluso más allá de la retórica con la que los socios de Sánchez le recuerdan cada día que su futuro político está en manos de Puigdemont, Junqueras y Otegi: un prófugo de la Justicia, un condenado por golpismo y otro más sentenciado por pertenencia a banda terrorista. El líder de EH Bildu, de hecho, ha anunciado la convocatoria de una manifestación el próximo 18 de noviembre en Bilbao a favor del "debate territorial", eufemismo para referirse a la convocatoria de un referéndum secesionista avalado por el Gobierno de España, con Sánchez a la cabeza. La fecha señalada no es casual, puesto que tendría lugar en la recta final de las negociaciones de Sánchez para la investidura, un proceso que comenzaría a primeros de octubre tras el intento presumiblemente fallido de Núñez Feijóo.

La apuesta del separatismo vasco por una consulta soberanista llega en unos momentos en que las encuestas otorgan a Bildu la mayoría en las elecciones autonómicas previstas para el año próximo. Su capacidad de influencia en el sanchismo es, qué duda cabe, muy superior a la que en su día tuvo el PNV en los gobiernos de PSOE y PP, otra razón que explica la subida de los proetarras en las encuestas hasta el punto de que, si hoy se celebraran las elecciones regionales vascas, Otegi sería presidente de la comunidad autónoma con el apoyo de los socialistas.

Así pues, sobre Sánchez se ciernen las conocidas manifestaciones convocadas para los próximos días por el PP en Madrid y Sociedad Civil Catalana en Barcelona, dos actos que, como ha señalado acertadamente la presidenta de Madrid, son necesarios para denunciar los cambalaches de Sánchez con los separatistas que amenazan el futuro de España como nación. Pero lo que preocupa de verdad al presidente en funciones es la agitación callejera que le van a organizar sus socios preferentes pocas semanas después, que se convertirá en el pulso definitivo para otorgar carta de naturaleza a las arbitrariedades que ya anuncian unos y otros sin el menor reparo.

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