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La tumba de Buesa, Sánchez y Bildu

Qué vergüenza produce que tantos socialistas aguanten esta ignominia, sin rechistar y sin atreverse a enfrentarse a su jefe, por miedo a las represalias.

Qué vergüenza produce que tantos socialistas aguanten esta ignominia, sin rechistar y sin atreverse a enfrentarse a su jefe, por miedo a las represalias.
Pedro Sánchez y Mertxe Aizpurúa. | EFE

¿Qué pensará el candidato a la Presidencia del Gobierno por el PSOE, Pedro Sánchez, de la profanación llevada a cabo la pasada semana en Vitoria de la tumba del que fuera compañero suyo de partido, Fernando Buesa, asesinado por ETA en febrero de 2000, y que Bildu se negó a condenar en el Ayuntamiento de Vitoria? No lo sabemos, porque de momento no ha dicho ni palabra.

La pregunta no es baladí, porque Sánchez se reunirá el viernes de esta semana con la portavoz en el Congreso de los Diputados de los herederos políticos de ETA, la condenada por apología de terrorismo, Merche Aizpurúa, para recabar los apoyos de los seis diputados de Bildu a su investidura. Ya se sabe la "piel fina" que tiene el candidato socialista: no se reunirá con VOX (tercera fuerza política en el Congreso con tres millones de votos y partido en el que milita Ortega Lara), pero sí lo hará con los que políticamente defienden los objetivos por los que ETA asesinó durante más de cincuenta años a 857 personas, entre ellos Fernando Buesa y su escolta, el ertzaina Jorge Díez Elorza.

¿Le dirá algo Sánchez a Aizpurúa de ese acto vandálico, llevado a cabo, muy probablemente, por jóvenes ligados a ese mundo de la izquierda abertzale? ¿Le pedirá una condena del mismo o se limitará a subrayar lo generoso que ha sido el PSOE, porque que, gracias a su voto, Bildu preside desde el pasado viernes la Federación de Municipios y Concejos en Navarra, algo que ha sido valorado por Otegui como un gran triunfo?

Como Sánchez es un perfecto ignorante del pasado reciente de España, y seguramente no sepa nada de quien era y lo que significó en el socialismo vasco, Fernando Buesa, le daré unos breves apuntes de alguien con el que tuve una muy buena relación durante mis años de trabajo en el País Vasco.

Fernando era, ante todo y, sobre todo, una magnífica persona. Ecuánime en sus juicios, prudente en sus opiniones, templado en sus formas, tenía una buena formación jurídica, algo que le ayudó mucho en su quehacer político. Al mismo tiempo era firme y coherente en la defensa de sus convicciones. Era un buen vasco y español, muy amante de las costumbres de su tierra.

Ocupó a lo largo de su dilatada carrera política, importantes cargos institucionales en el País Vasco. Fue Diputado General de Álava, Consejero de Educación del Gobierno Vasco, vicelehendakari del ejecutivo autónomo con Ardanza como lehendakari en el largo periodo en el que hubo un gobierno de coalición entre el PNV y el PSE. Nunca en aquella época los socialistas vascos fueron una muleta de los nacionalistas, como lo han venido siendo en los últimos años, con Idoia Mendía o el actual secretario general del PSE, Iñaki Andueza, al frente del partido.

Fernando Buesa siempre tuvo muy claro que la prioridad de su actividad política era la defensa de la libertad, de la Constitución, de la democracia en el País Vasco. Formó parte de esos dirigentes del socialismo vasco —Nicolás Redondo Terreros, Rosa Díez, Ramón Jáuregui, Txiki Benegas— que entregaron su vida —en el caso de Fernando de forma literal— por defender esos valores. Alguno ha fallecido (Benegas), otro fue asesinado (Buesa), otro permanece en el PSOE (Jáuregui) y dos ya no están en esas filas (Rosa Díez desde hace varios años y Nicolás Redondo, recientemente expulsado). Cualquiera de ellos, empezando por Fernando, le han dado mil vueltas a Sánchez, en la defensa de los valores democráticos, de la paz, de la libertad y del respeto a la Constitución. Así es la deriva del PSánchez.

El blanqueo que ha llevado a cabo Sánchez durante la anterior legislatura de los herederos políticos de ETA es totalmente indecente e inmoral. Como le dijo en el Congreso Rajoy a Zapatero durante el proceso de negociación política que este llevó a cabo con ETA: "su Gobierno se ha propuesto traicionar a los muertos". Sánchez ha superado con creces esa aseveración hecha por su predecesor en la Presidencia del Gobierno.

Pero a Sánchez le da todo igual. Con tal de permanecer en el poder, aguanta lo que haga falta, incluso que profanen la tumba de un compañero suyo asesinado por ETA, sin decir públicamente ni una palabra de condena, no sea que moleste a Bildu. Qué vergüenza produce que tantos socialistas aguanten esta ignominia, sin rechistar y sin atreverse a enfrentarse a su jefe, por miedo a las represalias. En eso ha acabado convirtiéndose el PSOE.

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