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Hamás decapitó bebés en sus cunas

Nos guste o no, quienes mataron a 40 bebés en un kibutz el sábado son humanos. Como los guardas del gulag. Como los nazis.

Nos guste o no, quienes mataron a 40 bebés en un kibutz el sábado son humanos. Como los guardas del gulag. Como los nazis.
Soldados israelíes retiran un cuerpo en el kibbutz de Kfar Aza, uno de los escenarios de la masacre del sábado. | EFE

Gaza comparte frontera con Israel –y Egipto, como suelen olvidar los que hablan del "bloqueo israelí" –, pero no están cerca. Separa ambos territorios un abismo moral de tal profundidad que parece que los habitaran seres de especies distintas. Pero no. Nos guste o no, quienes mataron a 40 bebés en un kibutz el sábado son humanos. Quienes han violado mujeres junto a los cadáveres de sus amigos muertos por el delito de acudir a un festival de música en favor de la paz son humanos. Quienes han paseado los cuerpos desnudos de las mujeres asesinadas entre los vítores y escupitajos del público son humanos. Quienes asaltaron la comisaría de Sderot para robar los coches y así poder asesinar con más comodidad a los ciudadanos que acudían a ellos en busca de ayuda son humanos. Como los guardas del gulag. Como los nazis.

Hamás este sábado ha asesinado a más de mil personas. De ellas, sólo ha matado a los militares imprescindibles para poder atacar a sus objetivos reales, que eran los civiles. Han cometido unas atrocidades que, en los tiempos modernos, sólo recordamos al Isis. Mientras, Israel ha bombardeado objetivos militares del Gobierno de Gaza, es decir, de Hamás, en respuesta a estos crímenes brutales y con el objetivo de que no se repitan. Ha actuado, en definitiva, en legítima defensa. Como Hamás y los demás grupos terroristas ponen sus cuarteles, sus lanzaderas de misiles y sus arsenales en edificios como mezquitas, colegios, hospitales y edificios residenciales, ha avisado previamente a los civiles con mensajes de texto a sus móviles para que abandonen las zonas donde van a efectuar sus bombardeos, mientras Hamás ha respondido diciendo a los civiles que no hagan caso para así poder seguir usándolos como escudos humanos y que sus amigos de Occidente culpen a Israel de sus muertes. Israel también ha empleado el famoso roof knocking, que consiste en el lanzamiento previo de una bomba sin explosivo para advertir a quien pueda quedar en el edificio que salga. Hace, en definitiva, todo lo posible para evitar muertes civiles.

Esas dos realidades diametralmente opuestas en lo moral reciben de algunos, demasiados políticos, periodistas y activistas, generalmente de extrema izquierda, un tratamiento equidistante, cuando no un apoyo abierto al Gobierno de Gaza, es decir, a Hamás. Se califica de "lucha palestina" al asesinato deliberado de ancianos y niños, a la violación de mujeres, a los crímenes contra civiles desarmados. Organizan manifestaciones de apoyo a Palestina cuando los cuerpos del más de millar de asesinados no se han enfriado aún en la que se profieren gritos a favor del genocidio contra Israel. El abogado de la banda terrorista FARC al que Sánchez metió en su Gobierno como secretario de Estado y que sigue siendo diputado por Sumar, que ha calificado de terrorismo los despidos, dar dinero público a la Iglesia, el equilibrio presupuestario, los desahucios y hasta la detención del fundador de Megaupload, se ha negado a calificar a Hamás de grupo terrorista. Tampoco Íñigo Errejón, líder por lo que se ve de Hamás País, ha sido capaz siquiera. Yolanda Díaz hace una tibia condena y tantos otros hacen una tibia condena

Quienes así defienden a los que asaltaron la comisaría de Sderot para robar los coches y así poder asesinar con más comodidad a los ciudadanos que acudían a ellos en busca de ayuda son humanos. Quienes justifican a los que han paseado los cuerpos desnudos de mujeres asesinadas entre los vítores y escupitajos del público son humanos. Quienes aplauden a los que han violado mujeres junto a los cadáveres de sus amigos muertos por el delito de acudir a un festival de música en favor de la paz son humanos. Quienes miran hacia otro lado para no condenar a los que mataron a 40 bebés en un kibutz son humanos. Son antisemitas. Odian a los judíos por el hecho de serlo. Pero cualquier país democrático digno de tal nombre mantendría una firme orden de alejamiento para evitar que pudieran acercarse al Gobierno de la nación ni siquiera a saludar.

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